La tarde-noche del sábado 18 de junio, una fuerte tormenta eléctrica se desató sobre la buena parte de la provincia. Al parecer, uno de sus rayos fue a caer en uno de los aerogeneradores de un parque eólico ubicado en Estépar, en Medinilla de la Dehesa más en concreto, generando un espectacular incendio a varias decenas de metros de altura -y visible a kilómetros a la redonda- que calcinó el rotor e inutilizó una máquina cuyo valor, trabajos de instalación y conexiones a la red eléctrica suman varios millones de euros. En este caso, la turbina siniestrada era nueva y aún no había entrado en operación.
Lo ocurrido en Estépar es un siniestro calificado como excepcional, pero no ha sido único en los últimos años. En una provincia en la que giran más 1.400 aerogeneradores cada día y cada noche repartidos entre 76 parques eólicos (con más de 2.000 megavatios de potencia instalada en conjunto), se producen bajas puntuales por fallos mecánicos, estructurales o por la acción de un rayo o de una fuerte tempestad, que en algunos casos acaban entre llamas o con el gigantes desplomado en el suelo, como ocurrió hace casi dos años en los altos de Monasterio de Rodilla.
Los expertos insisten en el mensaje de que los aerogeneradores no son máquinas aisladas y autónomas en los páramos o lo alto de las montañas, todo lo contrario, son controlados y operados en tiempo real las 24 horas del día, los 365 días del año, por un centro de operación remota (en muchos casos ubicados en otras provincias) y por un equipo de personal local que interviene en el caso de que sea necesario.
Ante un incendio o cualquier incidente, puntualizan, se prioriza la seguridad de las personas y el medio ambiente.
La operativa en este tipo de contingencias está muy detallada y contrastada. En el caso de detectarse humo, los aerogeneradores activan un sensor que envía la maquina a 'un estado seguro' y avisa al centro de operación correspondiente. Se desplaza personal local que confirma la incidencia, activándose a los servicios de emergencia que se centrarán en contener, comunicar y en caso necesario ayudar.
Un vez declarado un incendio en la máquina su extinción es muy compleja, dada la altura en la que se producen las llamas (hay aerogeneradores que ya superan los 100 metros, un edificio de más de 20 pisos).
En primer lugar se asegura a las personas, para ello se interrumpen e impiden los accesos a la zona de operaciones. «En un aerogenerador puede parecer algo obvio y sencillo al estar situados en zonas alejadas de las grandes ciudades, pero de noche atrae poderosamente la atención», puntualizan los expertos consultados en este tipo de operativos.
Posteriormente y con la colaboración de los equipos de bomberos, se vigila que los posibles desprendimientos de parte de la maquinaria no afecten al medio ambiente, evitando cualquier conato de incendio.
Así ocurrió en la noche del sábado 18 y la madrugada del domingo 19, en la que dotaciones de los Bomberos de Burgos vigilaron durante varias horas la zona para controlar y evitar la propagación de las llamas en una zona de campos de cereal.
Es importante destacar que no se desplaza al cuerpo de bomberos para que acceda a la máquina y extinga el incendio -pues no van a salvar la máquina- si no para que contenga los potenciales daños. Una vez contenido y extinguido el incendio se constata que no se reactiva, se vuelven a revisar las medidas focalizadas a asegurar que nadie se aproxime indebidamente y alejarles de los posibles peligros de desprendimientos.
'Inteligentes'. Hay que reseñar que los aerogeneradores activos en la provincia de Burgos han sido diseñados para autovigilarse, no solo con sensores de humo, detectores de arco eléctrico o vigilancias de sobrepresión, que actúan desconectando al mismo de la red para mitigar el daño, sino que son 'inteligentes' y disponen de algoritmos que comparan varias señales -tensión, corriente, temperatura o velocidad -y en el caso de que se conjuguen ciertas situaciones anómalas avisan o directamente las desconectan, explican los expertos consultados.
Asimismo, desde hace unos años han implementado esta vigilancia al incorporar tecnología digital como el Big Data, que no es más que comparar cómo funciona un aerogenerador respecto al resto y si detecta alguna anomalía, el sistema levanta la mano y avisa.