Seguramente no existen palabras para expresar lo que siente Alberto Fernández cuando tiene una guitarra entre sus manos. Por ser más precisos, cuando este joven burgalés de 18 años acaricia y mima el instrumento. El cuidado extremo con el que lo saca y guarda del estuche a las puertas del conservatorio de música dejan ver que es un bien muy preciado. Se esfuerza en explicar, para quien no sabe lo que es, que cuando se pone a acariciar las cuerdas de la guitarra, ésta se convierte en algo así «como una extensión de mi cuerpo».
Sabe que la música que a él le gusta tocar es «para minorías». De pequeños teatros y salas. De solistas o de música de cámara en la que comparten escenario 2, 3 o 4 instrumentos. La gente de su edad «se espera que toque el Despacito», de Luis Fonsi, pero a él lo que le mueve es la composición clásica o antigua. Entendiendo como tal la música barroca, del romanticismo, la del siglo XX, como El Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo... Y dentro de la moderna, en su faceta de aficionado, «el pop de los 80 y 90, tanto español como británico, de grupos como Mecano y Oasis». Y cómo no, los que fueron la inspiración de estos últimos y de tantos otros: The Beatles. «Nada de reggaetón o rap», añade.
Antes de llegar al momento en que algunas de las grandes escuelas de música del país se pelean por su talento (a Alberto no le gusta decirlo así) procede ir a los orígenes. No es este joven burgalés el ejemplo de algunos músicos que han heredado el oficio de sus antepasados. No acierta a saber de dónde le viene la afición. Seguramente de cuando en Primaria un profesor detectó una habilidad especial en él cuando tocaba la flauta y le hizo saber a su familia que podría ser bueno que profundizara en este campo.
Su conocimiento y habilidad fue creciendo en la Escuela Integral de Música de la calle Bonifacio Zamora y continuó depurándola con los estudios ya enfocados al ámbito profesional en el Conservatorio. Por aquello que otros empiezan de niño, sobre los 8 años, y él arrancó más tarde, lo que hizo fue remontar y realizar los 4 primeros cursos en dos años y luego ya quinto y sexto.
Es ahora cuando llega un punto de inflexión en su joven vida. El próximo 6 de septiembre comienza los estudios superiores del Grado Profesional de Música, en los que continuará con su especialización con la guitarra. Lamenta que muchas personas no comprendan en España (en Europa no ocurre lo mismo) que son equivalentes a cualquier grado universitario de cuatro años.
Tiene miedo a que pueda parecer presuntuoso que tanto la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC) como el Centro Superior de Música del País Vasco (Musikene) le eligieran para tenerle el próximo curso. En ambos procesos fue el primero y, al final, se decantó por ser una de las dos incorporaciones del centro de Barcelona.
¿Por qué Barcelona y no San Sebastián? En su decisión ha pesado mucho que vaya a tener como profesor de guitarra a Álex Garrobé. Una persona a la que reconoce como un «ídolo» (entiéndase bien) y con la que cree que puede aprender mucho de cara a su futuro profesional.
¿Cómo se imagina su vida dentro de 10, 15 o 20 años? Imaginar el futuro a una edad tan joven es bastante complicado, pero supone que , seguramente, será combinando pequeños conciertos en salas con la actividad docente. Le preguntamos: ¿Y un concierto con el Fórum hasta la bandera y él con una guitarra en el escenario? «Eso sería un sueño».