Los hosteleros de Burgos están muy enfadados y ayer lo demostraron en una manifestación multitudinaria que recorrió la calle Vitoria y la avenida de Cantabria por la mañana para exigir dimisiones en la cúpula de la Junta, para pedir ayudas directas y para reclamar una reactivación real del sector. Los empresarios, que también en tiempos convulsos y de movilizaciones hacen alarde de un gran sentido práctico, piensan ya en cómo relanzar sus negocios y aminorar las pérdidas acumuladas a lo largo de este año de pandemia. Por ello, y pese a que los establecimientos de la capital todavía no pueden abrir el interior de los locales, van a demandar al Gobierno regional que retrase el toque de queda al menos hasta las 23 horas -lo óptimo serían las 0,00, como en Madrid- con el fin de incrementar los ingresos «en una horquilla horaria que resulta fundamental para la facturación de las empresas».

Para los empresarios del sector, la apertura de las terrazas en Burgos en plena temporada de invierno constituye una cesión de la Junta «de cara a la galería», que «para nada va a mejorar la cuenta de resultados de los negocios». Muy pocos disponen de las instalaciones adecuadas para funcionar en la calle y a «una mayoría no le compensa reabrir solo para atender a la clientela que se siente en la vía pública». De ahí que la Federación Provincial de Hostelería, que representa a los empresarios de todo el territorio -salvo en la capital la actividad vuelve al interior de los locales con un tercio del aforo-, va a reclamar un toque de queda más allá de las 22 horas, que es el que ha decidido imponer el Ejecutivo regional para toda la Comunidad.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)