No hay nada mejor que recorrer el Camino de Santiago para conocer las necesidades de los peregrinos, máxime si uno ha sufrido algún contratiempo, y esto es lo que la ocurrió a Begoña Vaquero, una valencia que lleva diez años viviendo en Redecilla del Camino, donde ayuda, con quiromasajes y reflexiología, a los peregrinos a continuar la ruta. «Fui peregrina, hospitalera y al final, por mis estudios e historia con el deporte, decidí coger una casa aquí, abrir la consulta y quedarme», manifiesta a la puerta de su vivienda, en plena Ruta Jacobea.
«Abrí la consulta, en principio, por los peregrinos, porque consideraba que se necesitaba un servicio como este, pero en mi casa atiendo a todo el que viene y lo hace gente del pueblo, personas mayores, y de toda la comarca porque ya me van conociendo», asegura Begoña, que no cobra por la consulta, «cada uno da lo que considera o puede».
Esta empresaria valenciana que, cuando estaba en activo trabajaba en invierno y pasaba los veranos ayudando a los peregrinos, decidió un buen día dar un cambio radical a su vida e iniciar una nueva experiencia, «que está siendo muy enriquecedora» en un lugar en el que se encuentra «muy a gusto» y puede desarrollar una profesión que siempre la gustó y a la que llegó cuando sufrió una lesión de rodilla, «practicaba judo competitivo», recuerda.
De la dureza del Camino sabe mucho Begoña, no solo porque ha realizado la ruta a pie, «terminé a trancas y barrancas en Santiago... y tuve que acudir a un masajista», matiza, si no por lo que se encuentra con mucha frecuencia en su consulta. «Los peregrinos llegan muy tocados, con los pies y la espalda muy mal; lo más habitual son las llagas en los pies, en ocasiones impresionantes, y siguen caminando», señala, a la vez que recuerda a un bombero de Ibiza, «un chico muy cachas que venía destrozadito de los pies y me decía que parecía mentira que le hubieran salido ampollas hasta donde no se imaginaba que le podían salir... venía hecho polvo».
Tras años de experiencia, Begoña no duda a la hora de señalar cual es el más habitual de los errores que comenten los peregrinos, «las botas que traen, llegan con botas de invierno en pleno verano, botas que no transpiran nada para no mojarse, pero lo que hacen es cocer los pies en vivo, aparecen las ampollas y pierden las uñas», relata esta valenciana enamorada del Camino y satisfecha por poder prestar un servicio que ayuda al peregrino a seguir su marcha, «aunque en algunos casos se tienen que quedar aquí, haciendo reposo, si se trata de una tendinitis u otra lesión de ese tipo que requiere una recuperación, pero los que llegan con ampollas se van todos, el Camino es sacrificio».
Por las manos de Begoña han pasan todos los años cientos de peregrinos, «este año es un desastre» apunta, y con muchos de ellos mantiene una relación en la distancia, «me escriben, me mandan correos electrónicos desde Canadá, México, EEUU y otros países personas a las que solo conozco del ratito que han estado aquí y es muy entrañable que se sigan acordando». Los que más pasan por su consulta son extranjeros, «desde mayo a octubre, otros años, era un continuo goteo de peregrinos extranjeros, los españoles son más del mes de agosto, cuando tienen vacaciones», señala.
Pero este año ni el mes de agosto está siendo bueno apunta Begoña, que recuerda que la oficina de información al peregrino abrió esta semana y el albergue municipal sigue cerrado, sí está abierto el privado. «Este año estoy trabajando más con la gente del pueblo y de la comarca, en especial con mujeres que después del confinamiento han salido todas corriendo cuando se abrieron las puertas y llegan todas lesionadas, es lo que más tengo este verano, lesiones musculares porque han andado demasiado después de estar tres meses sin hacer nada», apunta con una sonrisa esta ‘peregrina’ en el patio de su vivienda, donde ha encontrado la paz que atesoran las pequeñas localidades del Camino, como Redecilla, punto de entrada de la Ruta Jacobea en la provincia y donde el peregrino puede encontrar este servicio de masajes y reflexología que muy pocos ofrecen.
El Camino engancha a los que lo hacen y Begoña es un claro ejemplo de esa atracción espiritual.