Sotillo presume del barrio de bodegas más largo y accesible

I.M.L.
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De los 3.103 metros de extensión que suman sus galerías, el 93% es paseable. Un estudio revela que la capacidad total es de 200.000 cántaras, la mayor de la zona

En la falda de la colina que corona la ermita de San Jorge se ven distintos niveles. - Foto: Jesús Javier Matías

Los sotillanos siempre han defendido su larga historia vitivinícola, en una de las zonas privilegiadas de la DO Ribera del Duero, y ponían sus bodegas subterráneas como prueba irrefutable de esa extensa relación con el vino. Ahora pueden hacerlo con más datos en la mano, ya que un estudio integral del patrimonio subterráneo les facilita pruebas empíricas para afirmar que Sotillo de la Ribera tiene las galerías más largas y mejor conservadas de la comarca ribereña.

Esta es una de las conclusiones del trabajo realizado por el arquitecto Alfredo Sanz Sanza, buen conocedor de los entramados de bodegas subterráneas de la zona al haber realizado varios estudios de estas características, por lo que tiene con qué comparar los datos recogidos en Sotillo. «El patrimonio de bodegas subterráneas en la zona es muy común pero heterogéneo, cada localidad cuenta con unas características propias, adaptadas al suelo y ubicación de cada municipio», resalta Alfredo Sanz, más allá de las cifras y los porcentajes.

En la actualidad, Sotillo de la Ribera cuenta con 86 bodegas, cuyas galerías subterráneas suman una longitud de 3.103 metros con un 93% totalmente accesible gracias a su estado de conservación. En longitud total, Fuentespina supera esa cifra con 3.200 metros, pero allí la conservación sólo llega al 78%. Del inventario de bodegas de Sotillo de la Ribera, ocho aparecen hundidas y una con desprendimiento graves, mientras que otras ocho tienen algún desplome subsanable.

Paseando con Sanz por la Cuesta de San Jorge, enclave bajo la ermita dedicada a este santo en el que se excavaron hace 5 siglos estas galerías, el arquitecto reconoce que el uso mantenido de estas bodegas es lo que las ha salvado de desaparecer. «Las peñas y grupos de amigos tienen aquí sus sedes, las usan de manera muy habitual y son muchas, hasta 24 me decían los vecinos, que hace medio siglo empezaron a recuperarlas tras años de abandono y gracias a eso aquí siguen», reconoce Sanz a la puerta de uno de los merenderos de uso comunal que hay en Sotillo. 

En lo que sí superan las bodegas sotillanas al resto de las ribereñas estudiadas por Sanz es en longitud de las galerías, que tienen de media 36 metros, mientras que en Vadocondes es de 33 metros, de 30 en Aranda de Duero, de 27 en Gumiel de Mercado y de 25 metros de longitud en Fuentespina.

Pero las cifras del estudio también se dedican a inventariar otros elementos del patrimonio enológico como las zarceras, con 130 repartidas por este cerro para aportar la necesaria ventilación a las galerías subterráneas con una profundidad media de 13 metros, y hasta 99 lagares que llegó a haber en la localidad, de los que sólo se conservan tres completos y 14 tienen aún sus elementos fijos. Aunque ya no están ni se utilizan, Sanz ha estimado que tenían una capacidad media de 2.061 cántaras, lo que equivale a unos 33.000 litros, por lo que la capacidad total sería de 204.231 cántaras, la mayor de la de los pueblos de la comarca, sólo por debajo de la de Aranda.

La elaboración de este estudio es otro de los pasos que ha dado el Ayuntamiento de Sotillo de la Ribera para poner en valor todo este patrimonio, más allá del uso lúdico que le dan las peñas. Este trabajo ha costado 18.600 euros, con una aportación de 9.600 de la ADRI Ribera del Duero Burgalesa. Los planos realizados están a la venta para que los puedan tener los vecinos y este agosto, en la programación del verano cultural, Alfredo Sanz ofrecerá una charla para explicar los pormenores de este trabajo.

Mientras, el alcalde de Sotillo de la Ribera, Manuel Callejo, recordó al presentar el estudio que existe una Comisión de Usuarios de Bodegas y Lagares que ha mejorado los accesos de la Cuesta de San Jorge. «Aquí han venido con pico y pala voluntarios para arreglar otros tramo de escaleras y unos caminos», mostraba al ir desde el Ayuntamiento a una de esas bodegas.

Para Callejo, este estudio  debe servir para «dar un impulso a la rehabilitación de las bodegas». «Es la base para el desarrollo de toda la zona del barrio de las bodegas porque recoge unas estrategias de actuación, unas se llevan practicando años pero otras hay que ponerlas en marcha», reconocía.