Los caballos también sufren la cuarentena

G. Arce
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El confinamiento pone al límite a los centros ecuestres burgaleses y a los cerca de 400 equinos que están a su cuidado. Desde el pasado 13 de marzo está prohibida la monta y toda actividad hípica

Enrique García Gallardo acaricia a un potro nacido durante la cuarentena - Foto: Luis López Araico


Como en tantos otros sectores, el decreto de alarma nacional paralizó totalmente la actividad de las escuelas y centros ecuestres de Burgos. Cesaron automáticamente las competiciones hípicas en marcha, se cerraron las aulas a los alumnos y se prohibió la monta de los animales por una sencilla razón: los seguros deportivos ya no se hacían cargo de los daños causados en caso de accidente. Cerca de 400 caballos en Burgos, cuya vida se centra por y para este deporte, habitan en una cuarentena impuesta desde el pasado 13 de marzo.


El centro ecuestre Miraflores, en el barrio de Cortes, lleva 37 días cerrado al público en cumplimiento del decreto de alarma, aunque mantiene casi la misma actividad de puertas para adentro que siempre. El bienestar del más del centenar de caballos que habitan este complejo es prioritario para sus gestores. Y no es tarea fácil, pues no solo es mantener una correcta alimentación y limpieza de los equinos, sino que también hay que cuidar la forma física de un animal enfocado a un deporte que a día de hoy no se puede practicar.


El 13 de marzo, explica el gerente de este complejo, Enrique García-Gallardo, se interrumpió toda actividad docente con los niños e incluso se llegó a suspender una competición que había comenzado a celebrarse en Zamora.

 
El centro hípico de Cortes siguió abierto para los 40 asociados que tienen su caballo en propiedad. A todos ellos se les facilitó un salvoconducto para que puedan acudir con normalidad a estas instalaciones para cuidar y mover personalmente a sus animales, "aunque siempre sin montar".


El centro ecuestre, cuyos principales ingresos vienen de los pupilajes, la escuela y la competición, se planteó en su momento un ERTE para sus 5 empleados, (sin contar veterinarios, herradores, servicio de limpieza), pero su trabajo es casi más necesario que nunca. "Todo depende la utilidad de cada caballo: los que se dedican a la cría están pastando y sueltos en praderas, pero los destinados a deporte urgen cuidados más específicos", detalla García-Gallardo.


Los caballos de escuela, destinados al aprendizaje de los alumnos, están pastando en praderas del entorno de Cortes. "Van a perder bastante forma física porque, aunque pensábamos que esto duraría pocas semanas, ya creemos que el parón se alargará hasta junio y van a perder el tono muscular".


Los que más sufren son los caballos de competición porque se les trabaja pie a tierra, con cuerda, y se les somete a algún ejercicio de salto, pero nunca con jinete. "Al disminuir sus necesidades físicas, también lo hace su alimentación. Hay que estar muy atentos al problema de los cólicos, que se producen cuando el animal permanece mucho tiempo en la cuadra sin moverse, y son peligrosos". De hecho, advierte este veterinario, tiene noticias de que se están dando casos de muertes en los últimos días en centros ecuestres por cólicos provocados por la falta de movimiento. 


A diferencia de otras provincias, en Burgos no hay problema para que los herradores desarrollen su actividad. "Un caballo que no se mueve en la cuadra y al que le va creciendo el casco tiene un serio problema de bienestar y sufre".


El coste de mantenimiento básico de un caballo (forraje, piensos, cuadras, veterinario, etc.) es variable, aunque oscila entre los 200 y 300 euros al mes, lo que para un centro ecuestre es una factura importante de costear, además de los salarios y otros gastos corrientes. ç

 

PREVISIONES.

Como en todos los deportes, la incertidumbre sobre el futuro inmediato también está instalada en la hípica. A día de hoy se desconoce cuándo se van a reanudar las competiciones. Las numerosas que había programadas en abril y mayo se han suspendido o aplazado para agosto. "Creo que pueden ser viables competiciones a puerta cerrada, más cuando no somos como el fútbol y nuestro público suelen ser los propios jinetes y sus familiares".


Pero el problema para los centros ecuestres será más profundo si la situación de parón se prolonga durante varios meses. "En algunos casos -no el nuestro- se están empezando a vender caballos y a despedir trabajadores por problemas económicos. De hecho, creo que hay empresas que no van a sobrevivir a esta situación excepcional".


En Burgos capital hay abiertos media docena de centros ecuestres, siendo el de Miraflores y la Deportiva Militar los de mayor tradición y peso en el sector. Hay dudas de que todos sobrevivan en unas circunstancias tan extremas, máxime si se prolongan en el tiempo.


En Cortes también están las instalaciones de Green Gate, un hotel para caballos en tránsito o ya jubilados de la competición regentado también por la familia García-Gallardo. Paradójicamente, la celebración de importantes competiciones hípicas en el sur peninsular antes de la alarma por la pandemia ha provocado que los prados junto a la Cartuja se convirtieran en lugar de descanso para muchos caballos en su camino a Europa. Asimismo, en Green Gate también han recalado animales procedentes de otras provincias, especialmente Madrid, cuyos propietarios no podían cuidarles por las limitaciones de movimiento de los últimos días.