Que en la provincia de Burgos hay un problema de siniestralidad cinegética es un hecho que las estadísticas hacen irrefutable. En 2022 se tocó techo de accidentes en la última década alcanzando los 2.948, un 20% más que el año anterior. Para ver el alcance del asunto, es necesario resaltar que este dato equivale a ocho al día. Pero al margen del evidente peligro para la seguridad de los conductores, cualquier choque con un corzo, un jabalí e incluso una liebre supone un alto coste en reparaciones de averías. Las corredurías de seguros y los talleres mecánicos estiman que acarrean alrededor de 3.000 euros de media.
La más mínima colisión con un animal aparentemente inofensivo, como puede ser un tejón, una liebre o un zorro, ya puede disparar el precio de la reparación. Más aún en una época en la que los materiales se han incrementado entre un 40% y un 60%. El presidente de la Asociación de Empresarios de Automoción de Burgos (Adeabur), Gabriel Martínez, explica que un accidente de este tipo suele afectar a los faros, causar daños en los paragolpes e incluso deteriorar el depósito del aire acondicionado. «Te pones a sumar y con este tipo de elementos subes hasta los 2.000 euros», indica.
Evidentemente, en un atropello a un animal silvestre, como puede ser el corzo o el ciervo, la avería se dispara. «Estamos hablando de daños en la luna, en el capó y en toda la parte delantera, que es lo más caro. Ya no digamos un jabalí, que es como chocar contra un muro. Eso puede incluso suponer la declaración de siniestro total», apunta Martínez.
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