Honor al último capitán de la vuelta al mundo

R. PÉREZ BARREDO
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El historiador Tomás Mazón publica una completa investigación sobre el burgalés Gonzalo Gómez de Espinosa, uno de los artífices de la gesta de circunnavegar el mundo pero a quien la historiografía ha olvidado. Está a la altura de Magallanes y Elcano

Mapamundi de Bautista Agnese fechado en 1544, donde muestra la epopeya de Magallanes, Elcano y Gómez de Espinosa.

Cuando Juan Sebastián Elcano y otros diecisiete famélicos y exhaustos marinos arribaron a Sevilla a bordo de la nao Victoria, la gloria de la primera circunnavegación del mundo fue para ellos. La gesta más grande realizada por el hombre, de la que se acaban de cumplir 500 años, tuvo al guipuzcoano como gran protagonista, e incluso al portugués Magallanes, aunque falleciera durante la travesía. Pero hubo una persona a la que la historia le debe su parte y que no goza del prestigio de la posteridad, pero sin cuyo concurso aquel logro increíble hubiera sido imposible. Era burgalés, natural de Espinosa de los Monteros, y se llamaba Gonzalo Gómez de Espinosa. El historiador Tomás Mazón Serrano acaba de publicar una sesuda y completa investigación de este personaje para poner de relieve la trascendencia que tuvo en aquella hazaña transoceánica. En Espinosa. El último capitán de la vuelta al mundo, Mazón ofrece una completa biografía «de uno de los personajes más relevantes de la expedición y, sin duda, de los más carismáticos y fascinantes. Un hombre fiel a su rey, a su patria, a sus compañeros y a sus amigos».

Gómez de Espinosa, que había partido como alguacil de la armada, terminó sucediendo a Magallanes en el mando de la expedición como capitán general; y fue él quien tomó una decisión que, al cabo, terminaría en los libros de historia. Fue el burgalés quien decidió que la nao Victoria, con Elcano al frente, siguiera rumbo a España por la ruta descubierta, quedándose él en Tidore con la nao Trinidad, que se hallaba gravemente dañada. El libro de Mazón es un acto de justicia con un hombre injustamente olvidado, máxime cuando fue, sin ningún lugar a dudas, tan importante como Elcano y Magallanes. Ha descubierto Mazón cuestiones de la vida del burgalés que no se conocían. Por ejemplo, que antes de ser elegido para la expedición ya había prestado sus servicios al rey Carlos I en Valladolid, y que en esta ciudad debió conocer a Magallanes; y que antes, en su primera juventud, formó parte de la guardia personal, en el cuerpo de monteros de cámara, de Isabel la Católica en los últimos meses del reinado de ésta.

Gómez de Espinosa contaba con la confianza plena del emperador. Así lo revela una carta firmada por éste en 1519 que se reproduce en el libro: Por la presente, acatando los servicios que vos,Gonzalo Gómez de Espinosa, me habéis hecho y hacéis, y espero que me haréis de aquí en adelante, y vuestra suficiencia y calidad, es mi merced y voluntad que seáis mi alguacil de la armada de que van por nuestros capitanes Fernando de Magallanes t Ruy Falero, caballeros de la Orden de Santiago, y que todo el tiempo que durare la dicha armada traed y traigáis vara de nuestra justicia, y ejecutad los mandamientos que por los dichos nuestros capitanes fueran puestos. Ahí es nada.

«Gómez de Espinosa está en los momentos más importantes de esta fascinante aventura. Y cuando muere Magallanes, sus propios compañeros le nombran capitán general, adquiriendo una fuerza enorme. Aunque para él la gloria le resulte esquiva. El burgalés es un personaje que obra siempre bajo criterios de honorabilidad, de rectitud, fidelidad, que son sus principales motivaciones, su manera de ser. Es una figura fascinante y cautivadora», señala el autor del libro, que también ha firmado la obra Elcano, viaje a la historia.

Tomás Mazón ha querido hacer justicia a Gómez de Espinosa con este trabajo. «Es una persona sobre la que no se ha fijado la historiografía que hay sobre este viaje. Es el gran olvidado. Ha sido tratado injustamente. Tuvo una importancia capital, pero resulta que este es el primer libro que se le dedica», subraya. Reconoce el historiador que a medida que se documentaba iba cayendo seducido por la manera de proceder que tuvo siempre a lo largo de la expedición. «Me fue cautivando. Y descubrí mucha documentación de la época con declaraciones suyas o con referencias sobre él. Y eso me ha permitido conocer su figura: aparte de ser un hombre de armas recio, fuerte, de los que daban un paso al frente cuando hacía falta, por otro lado era una persona de una sensibilidad que llega a conmover».

Deja muy claro el libro que la decisión que propicia que se consiga cumplir la hazaña de dar la vuelta al mundo se debe exclusivamente al burgalés nacido en Espinosa de los Monteros. «Es quien decide que Elcano siga solo mientras él se queda reparando su nave en las islas de las Especias.Es el suyo un acto de generosidad, que hizo por el bien común de la expedición. Antes de que su nao, la Trinidad, se averiara, el propósito era que que ambas naves dieran la vuelta al mundo. Él se sacrificó y no consiguió a hacerlo. Y ahí es donde está el Gómez Espinosa al que el destino le va torciendo siempre el camino; al que la gloria se le escurre entre los dedos, siendo un personaje que se la merecía».

Gesto del emperador. No sólo no pudo dar la vuelta al mundo, sino que además fue apresado y encarcelado por los portugueses. «Pasó cuatro años y medio de calvario en diferentes prisiones de Asia hasta recalar en Lisboa hasta su liberación. Regresó a Castilla cuatro años después de que Elcano consiguiera dar la vuelta al mundo. El emperador Carlos I fue quien logró que fuera liberado». Admite Mazón que en su regreso a Castilla sí fue reconocido, aunque no en las cuestiones económicas pese a que le dieron un buen trabajo en la Casa de Contratación y tomó parte en otra expedición a la Especiería. Tuvo un detalle el monarca que recoge muy bien Mazón en su libro: en 1528, le fue concedido un escudo de armas propio con la inscripción: TÚ FUISTE UNO DE LOS PRIMEROS QUE LA BUELTA (sic) ME DISTE. «Lo que destacaba en él no era haber descubierto la Especiería, sino haber dado la vuelta al mundo (...) Aquel escudo de armas serviría para que en adelante todos supieran quién era Gonzalo Gómez de Espinosa», escribe el historiador.

Tomás Mazón ha realizado un notable esfuerzo (cinco años de trabajo de investigación y uno de escritura) por publicar el libro justo ahora, cuando se cumplen los 500 años de la culminación de la gesta. «He tratado de que ahora, que se está conmemorando la llegada de la nao Victoria, este libro viera la luz y el capitán Espinosa tuviera una parte de visibilidad y reconocimiento. Hace ahora 500 años, el burgalés se hallaba en el océano Pacífico en una situación desesperada, dramática, con su nao muy dañada y la tripulación enferma, con una elevadísima mortandad.Y él gestionándolo con enorme resonsabilidad». Para el historiador, el libro es una suerte de reparación de la figura de Gómez de Espinosa. «Merece que hoy se le recuerde, y que se cuente también qué fue de su vida después de su regreso. Y tuvo una vida larga. Se merecía que se contara».

Para Tomás Mazón, Gonzalo Gómez de Espinosa es sinónimo de servicio al rey. «Él obra siempre con fidelidad, se ajusta a las órdenes recibidas; es fiable, honorable. Con todos: también con sus hombres. Fue siempre respetado por ellos. Era un hombre valeroso y decente que se merece un lugar de privilegio en la historia», concluye.