Poder cuidar de las colmenas que habían instalado hace 6 años en la finca donde el abuelo Crescencio las tenía en Carazo fue uno de lo motivos que llevó a Ana Nebreda y Yago Matías, con raíces en Salas, a dejar León, donde habían vivido los últimos 13 años, para asentarse en la ciudad milenaria. Su creciente pasión por la apicultura no fue el único motivo; también una oportunidad laboral más flexible y la posibilidad de residir en un entorno rural para criar a su hija Neila llevaron a la pareja a cambiar de vida. Lo que empezó como un hobby, «que engancha», puntualiza ella, se ha convertido en el nacimiento de Miel Mataviejas, con la que ya comercializan dos tipos de miel -una de brezo y otra de bosque- procedente de dos colmenares, el de Carazo, donde todo empezó, y otro en Salas, cuyos núcleos han creado ellos mismos. «Somos totalmente autodidactas, aunque nos han ayudado mucho otras personas de la zona que también tienen colmenas», comenta esta veterinaria llena de ideas para dar contenido a la empresa que acaban de crear.
Cuando aterrizaron en Salas en abril de 2019 ya tenían claro que la miel se convertiría en esta nueva etapa en una de sus formas de vida, por eso compraron un local que tienen que reformar y donde instalarán la sala de extracción. También se volcaron para poder sacar a la venta por primera vez su producción, ya que hasta ahora había sido para autoconsumo. «Estamos muy contentos con la acogida que está teniendo», reconoce Ana, para la que el mejor halago es cuando le paran por la calle para decirle que su miel sabe como la de antes o cuando sus tías reconocen en su producto el sabor del que elaboraba su abuelo años atrás en el mismo paraje, junto al nacimiento del río Mataviejas, en la ladera de la Peña Carazo.
De ahí es de donde precisamente han tomado el nombre. «Es arriesgado, pero no se olvida. En las tiendas me dicen que los clientes piden la Mataviejas, y eso que al principio hubo debate familiar sobre como denominarla», bromea. En el diseño también han ido más allá, huyendo de la típica imagen de la abeja, la flor o la celdilla y apostando por una imagen más moderna, donde los protagonistas son los instrumentos que se utilizan para catar, como un humador, o ella misma vestida de apicultora. «Una señora me dijo que no entendía porque salía una astronauta en el tarro», ríe.
Ana Nebreda, en el colmenar de Salas de los Infantes, de donde obtienen la miel de bosque. La de brezo procede del que tienen instalado en Carazo. - Foto: f2estudioSu primer objetivo es seguir elaborando la miel pura y de calidad que crean. Lo saben porque la analizan, que es lo que Yago hacía en la Universidad de León y lo que le ha dado cierto bagaje en este mundillo. Pero también quieren seguir creciendo. «Me gustaría hacer una miel de primavera, de flores de pradera, y poder ampliar colmenares hacia la Sierra, pero sin que la empresa pierda el carácter familiar, no queremos dejar de controlar todo el proceso, desde el cuidado de la colmena hasta el etiquetado de cada tarro», comenta Ana, que mira al futuro con la intención de poder divulgar el mundo de la apicultura, organizando diferentes talleres, catas de varios tipos de miel, visitas guiadas a los colmenares o clases de cocina con miel.
Otros productos. Las posibilidades en este campo son infinitas y a la cabeza de estos jóvenes emprendedores llegan muchas alternativas a las que les gustaría dar forma con el tiempo. «Estamos valorando instalar un laboratorio donde analizar mieles de productores de la zona, para que conozcan exactamente sus componentes y así puedan expresarlo en sus etiquetas», comenta Ana Nebreda, que elabora para su uso particular una crema hidratante tomando como base la cera de sus abejas y a la que también le gustaría poder llegar a comercializar otros productos sacados de sus colmenas, como polen o propóleo.
Su miel puede adquirirse en varios comercios de Salas y también en una tienda de Covarrubias, a cuyos vendedores han dado unas nociones básicas sobre las características y posibilidades de su producto. Hasta que no cuenten con su número propio de registro sanitario no pueden vender fuera de Burgos, será entonces cuando intenten entrar en el mercado de otras provincias, donde no haya tanta oferta de miel, y comiencen a gestionar la venta de sus productos a través de su página web. «No está siendo fácil entrar en Burgos capital, hay muchos productores y aún no hay muchas referencias nuestras. Una de las cosas que estamos aprendiendo es que tenemos que presentar la miel en tarros más pequeños, que se adquieren para regalar o probar y también para elaborar cestas con varios productos, así que nos iremos adaptando a la demanda», concluye.
DOS MIELES «MUY DIFERENTES»
Las dos mieles que actualmente se comercializan bajo el nombre de Mataviejas son totalmente diferentes, según su creadora. La de brezo procede de un colmenar en las laderas de la Peña Carazo, donde su abuelo también producía. Es de color ámbar y el aroma en nariz es intenso y persistente a otoño, setas, flores marchitas o a madera quemada. En boca, su sabor es delicado, algo amargo.
La de bosque procede de un colmenar instalado en Salas de los Infantes, próximo a un robledal, y Ana Nebreda es una gran defensora de este tipo de miel, que se caracteriza por estar compuesta por mielatos (secreciones azucaradas de algunos árboles) y néctar de diferentes flores presentes en el sotobosque.
«En nuestro caso se trata de una miel compuesta por mielato de roble y néctar de diferentes especies de brezo, zarzamora y tomillo. Su color es ámbar oscuro. En nariz, su aroma malteado y tostado es persistente, con ligeros matices florales; y en boca, su gusto es dulce a regaliz con claras notas saladas», detalla.