Salvador de Foronda

Diez Mil Preguntas

Salvador de Foronda


Comisionistas

14/04/2022

Veo alzarse el sol lentamente, como si no estuviera seguro de que el esfuerzo valiese la pena. Será que el amanecer nos trae imágenes de cuerpos destrozados por las calles de Ucrania. Quién sabe si no pudieron o no quisieron huir y aquellos que lo intentaron murieron por un misil en la estación de tren de Kramatorsk.

Mientras unos mueren por defender su libertad, hay otros que viven sin conciencia, son los listos, los del papel cuché, que hacen de la crisis financiera su negocio y acaban en las viñetas de Vanity Fair. Buscan aumentar sus huchas a costa de los demás, a costa de una crisis sanitaria y económica. No entienden que estamos hartos de los ERE de Andalucía, de los Gürtel o de los Roldán y que siguen aumentado su hucha a costa de los demás, sin trabajo, sin pudor, ni sudor. 

Les importa poco que un empresario no pueda pagar las nóminas o que a un taxista o camionero le sea costoso llenar el depósito de gasolina o que la hostelería haya estado cerrada un año o que el comercio se silencie entre sus escaparates. Su mundo es diferente, no tienen problemas por el sobrecoste de la luz, ni por los precios de los alimentos, no necesitan tractor, ni gasoil y la llave del gas siempre está abierta.

Estos idiotas del comisionismo de mascarillas y guantes en mal estado, Alberto Luceño y Luis Medina, han ganado 6 millones de euros de un plumazo. Su único trabajo era levantarse de la cama, hacer una llamada y seguir durmiendo. Sueñan con ser el Alain Delon de este siglo, pero para ello necesitaban un Aston Martin, un Ferrari, un Lamborghini, un Rolex, un yate y un piso con tres plazas de garaje. Se creen, con el dinero público, los salvadores de la pandemia y se ríen de aquellos que se levantan cada día a las 5 de la mañana para ganar 1.000 euros al mes y volver a casa con una sonrisa. Menuda mierda es ganar eso con solo descolgar el teléfono cuando hace tiempo que no hay un amanecer claro en este país. Estarán contentos de llamarse a sí mismos empresarios y de tener dinero para contratar al Perry Mason de la abogacía, para que les defienda, ante el acoso mediático, y que les limpie de culpa.

Escribo para quejarme y decirles que: así la vida es estúpida, el mundo es injusto, el destino incierto y la sociedad idiota. ¿Comisionistas sabios? Puede ser que les haga más sabios, pero no olviden que el idiota está limitado por su orgullo.