"Ni el latín es un coñazo ni los romanos eran aburridos"

Javier Villahizán (SPC)
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"Ni el latín es un coñazo ni los romanos eran aburridos"

Charlar con Emilio del Río es como dejarse llevar por las calles de Pompeya y comprender todo el legado que dejaron los romanos a las civilizaciones posteriores. Una herencia que acapara gran parte de nuestra cultura y de nuestra forma de ser, porque como dice el autor de Calamares a la romana (Espasa), los romanos inventaron casi todo, desde las leyes y el derecho a la democracia, las calzadas o la pax romana.

¡Ave Emilio!

¡Ave Xaverius! El saludo Ave es un imperativo y significa que tengas salud. Lo mismo sucede con la despedida, que es Vale, y es el imperativo del verbo Valere, que significa lo mismo: tener salud, estar bien. Precisamente Cervantes se despide en El Quijote diciendo Vale, que no es que esté harto, sino que lo hace  en latín: que tengas salud.

"Ni el latín es un ?coñazo ni los romanos eran aburridos"Hablamos latín sin saberlo.

Efectivamente.

No sé si la expresión estar de moda es latín, pero usted, tras el éxito de su anterior libro Latín lovers, está más de moda que nunca. ¿Espera el mismo triunfo con Calamares a la romana?

Latín lovers, que ha tenido ya 10 ediciones, versa sobre el latín, y Calamares a la romana narra la vida cotidiana de los romanos. No es un libro sobre emperadores, ni batallas, es un libro sobre cómo vivían,  se relacionaban, amaban o se insultaban los romanos. Y todo en clave de humor, con capítulos cortos que se leen fácilmente porque ni el latín era un coñazo ni los romanos eran aburridos; los romanos eran muy divertidos.

¿Cómo es el humor romano?

Una de las grandes contribuciones de los romanos es el humor. Hay una escena memorable de los Monty Pynthon en La vida de Brian que dicen los del Frente Popular de Judea, ¿qué han hecho los romanos por nosotros? Y ellos dicen, pues los regadíos, las carreteras, el latín, el derecho, la dimensión estatal de la democracia y el humor. Los romanos se reían de todo, y sobre todo se reían de sí mismos, que eso es lo grandioso; si lo hiciéramos todos, nos iría mucho mejor. Por eso, un libro que va de romanos lo mejor que se puede hacer es escribirlo en clave de humor, porque es el mejor homenaje que se puede hacer a esa civilización de la que viene la nuestra.

A pesar del título, el libro no va de gastronomía, aunque en algún capítulo detalla platos y dulces de las Saturnales. Que nadie se lleve a equívoco, ¿no?

El título, como sucedió con el anterior, Latín lovers, es en clave de humor. En este caso se trata de un plato popular, porque la intención es que lo lea todo el mundo: los que no tienen ni idea del mundo clásico, los que no han visto nunca Ben-hur ni Quo Vadis, los que las han visto y no las soportan, para que se reconcilien y, por supuesto, los que aman la cultura clásica. Y también porque siempre he querido entrar en una librería y decir: Una de calamares a la romana, sin que me echaran. Porque las librerías y los bares son dos lugares muy queridos para nuestra civilización y nos vienen por los romanos, porque vivían en los bares. Y una de las cosas que hemos echado de menos en el confinamiento han sido los bares y las peluquerías y tanto unos como otros tienen sendos capítulos (Ponte la peluca ya y Al calor del amor en un bar). 

Roma es un imperio que duró 10 siglos de vida, ¿cómo cree que hubiese abordado una pandemia como la que hemos vivido nosotros?

Ellos también tenían pandemias y también se confinaban y cuando acababan el encierro celebraban unas fiestas máximas. Hay un capítulo sobre las celebraciones que es En tu fiesta me colé y otro sobre las consecuencias de la fiesta que es Hoy no me puedo levantar.

El libro está dividido en pequeños capítulos a modo de píldoras con títulos que homenajean la Movida madrileña, ¿se puede empezar por la última y terminar en la primera?

Los capítulos se pueden leer de forma alternativa. Lo único que pido es que se lea en su posición el último, En la cuerda floja, que se titula así por Philippe Petit, el funambulista francés que cruzó en una cuerda las Torres Gemelas. Porque es una metáfora de la vida, sobre las seguridades y certezas en nuestra existencia. Además, los romanos ya tenían funambulistas en el circo y en el anfiteatro y no tenían red, fue Marco Aurelio quien decidió colocar un colchón para que los artistas no se matarán. El libro está hecho antes del confinamiento, lo entregué en enero. Y ya entonces buscábamos seguridades, pero vivimos en la cuerda floja como sucedía a la civilización romana, que acabó desapareciendo. 

¿Puede desaparecer también nuestra civilización actual y regresar a una especie de Edad Media como sucedió al imperio romano?

Ha llegado el confinamiento y ha demostrado que, en efecto, el progreso no es infinito y que nuestra civilización no es absolutamente sólida y resulta que es muy frágil. Llega un virus de China y pone en riesgo todo, el progreso y nuestro sistema de vida. Tenemos que tener muy claro lo frágiles que somos y tenemos que ser más humildes y valorar más lo que tenemos.

¿Qué no inventaron los romanos?

Nuestra forma de ser, de amarnos y de insultarnos viene de los romanos. Hay una diferencia entre nosotros y el mundo romano y es la tecnología y la salud pública. 

En algunas cosas hemos perdido algunos valores, como es el respeto a los mayores. Hay una imagen impresionante en la Roma fundacional y es que los fundadores de Roma son descendientes de Eneas que es un troyano que escapa cuando los griegos entran con el caballo de Troya, queman y destruyen la ciudad, entonces él sale huyendo con su hijo y su padre enfermo. Hay una escultura y numerosos cuadros en los que se ve a Eneas con su hijo de la mano y su padre al que lleva a hombros. 

Eneas no deja a su padre enfermo en la Troya conquistada. Sin embargo, nosotros qué hacemos con los mayores, les metemos en residencias. Tengo la sensación de que la sociedad los arrincona, los aparta, no los tiene en cuenta. Ese valor de la integración, de tenerlos presente, cercanos, eso lo ha perdido nuestra época. Otra lección: de una derrota surge un gran imperio. Eneas es un derrotado y a partir de ahí sus descendientes crean un gran imperio. 

Su libro es un recorrido por el día a día de un romano medio, ¿su vida era realmente tan parecida a la nuestra?

Uno descubre en este libro que la vida de los romanos era muy similar a la nuestra. Ellos trabajaban en tiendas, caminaban por aceras y calzadas, iban a los bares, tomaban tapas y vivían en bloques de pisos. Sí, vivían en pisos, como nosotros. 

Tenemos la idea por las películas de que los romanos vivían en casas. En chalets vivían unos pocos, la élite romana, pero la mayor parte vivía en bloques de pisos de hasta siete alturas. Para nosotros son más caros los áticos, pero para ellos eran más baratos, en parte, porque no tenían ascensor y porque desde un primero podían escapar mejor a los numerosos incendios que solía haber en  las ciudades. 

En los pisos no tenían letrinas ni agua, por eso, comían en los bares y en las urbes había concentraciones de bares en determinadas calles, igual que sucede aquí. También tenían tintorerías por que a los romanos les gustaba ir bien planchados y con colorinches.

Tengo entendido que socializaban mucho en las letrinas. Explíqueme eso...

En efecto. Al no tener letrinas en casa, se encontraban en las comunales, es decir, cagaban juntos. Tu te sentabas de espaldas a la pared y al lado había otro romano y entonces entablabas una conversación. 

No tenían fútbol, pero contaban con estadios de hasta 200.000 espectadores.

Todo Burgos cabía en el Circo Máximo. Eran unos apasionados de los espectáculos como nosotros. Los carros en el circo corrían por equipos, entonces llevaban camisetas de distintos colores y los espectadores se agrupaban con cada cuadriga para seguir a uno o a otro. Y también se reunían en los bares para animar a los suyos, llegando incluso a la manos. Por eso, hay un capítulo que se titula Hooligans, porque los primeros hooligans, está atestiguado, surgieron en Pompeya a causa de un choque entre distintas aficiones. El tumulto fue tan grande que el Senado romano clausuró el anfiteatro durante 10 años.

Si hiciéramos historia comparada, ¿podría decirse que el imperio romano ha sido el más avanzado?

La civilización romana llegó a un nivel de progreso que se acaba desmoronando. A partir del siglo IV y V se desvanece el imperio y se deshace toda la cultura que iba asociada a Roma. Esa es una de las grandes lecciones, que el progreso no es infinito y que somos muy frágiles. Y el imperio romano ha sido un ejemplo para todos los demás imperios: España, Inglaterra, Estados Unidos. De hecho, los padres fundadores de EEUU tienen a Roma como modelo.

¿El latín es el inglés actual?

Sí, era la lengua de comunicación. El inglés no es una lengua que venga del latín, pero el 65% del inglés hablado vienen del latín.

¿Se puede considerar el latín como una lengua muerta?

El latín es una lengua inmortal. Ha resistido a todo. Está más viva que nunca. 

¿Qué le diría a alguien que ha olvidado su pasado y su Historia común?

Eso es terrible. No saber lo que somos y, por tanto, poder repetir de nuevo los errores del pasado.

Usted ha participado en la res publica, ¿volvería a hacerlo?

Para los romanos dedicarse a la cosa pública era una de las responsabilidades del ciudadano. Había que dedicar una parte de tu tiempo al servicio público y yo he cumplido la máxima romana de dar una parte de mi tiempo a la res publica.

¿Qué opinión le merece los vaivenes que se da a la asignatura de Latín en la enseñanza obligatoria?

En España debería estudiarse un poco más de latín. Al menos un año de lengua latina y otro de cultura clásica debería ser obligatorio en la ESO. En Alemania, Francia e Inglaterra se estudia más cultura clásica que en España, sin ser dos de ellos países que procedan de tradición romana.

¿Por qué existe ese déficit educativo en nuestro país? 

La sociedad española reclama grandes acuerdos para el avance y la reconstrucción de nuestro país y la educación es la clave de futuro y de progreso de una sociedad. Es fundamental para llegar a un acuerdo.

Usted es un forofo de las redes sociales, ¿tiene Twitter en latín?

(Risas) No, pero porque no podría leerlo todo el mundo. Y sí, soy muy activo en las redes sociales y también en los medios. Tengo Instagram y Facebook y creo que es importante ir al ágora y compartir lo que uno sabe. Eso es lo que yo pretendo con el programa de radio Verba Volant en RNE, con las redes sociales y con Calamares a la romana enseñar deleitando, divirtiendo. Intentar transmitir el amor y el humor por el mundo clásico. Soy un latinista tuitero.