Acostumbrarse a los nuevos límites de velocidad en más de mil calles de la ciudad no va a ser tarea fácil para ningún conductor, ni siquiera para los profesionales. Nada más entrar en vigor la Ordenanza de Movilidad, los chóferes de los autobuses urbanos recibieron la orden de los concejales de aminorar la marcha para ajustarse a los 30 kilómetros por hora que marca la nueva normativa en las vías de un único carril por sentido. Aunque la señalización tardó en llegar, tuvieron una primera toma de contacto en junio con la creación de las ciclocalles y ciclocarriles. Ya por entonces comprendieron que les iba a suponer complicaciones a la hora de cumplir horarios. La prueba definitiva llegó hace unos días con la primera multa a un bus público por pisar de más el acelerador. También a los taxistas les cuesta acostumbrarse. Incluso los hay que tienen que mirar los mapas para saber a qué atenerse. Ambos colectivos coinciden en que ha faltado información.
Nada más entrar en vigor la norma, el Ejecutivo municipal dio orden a los conductores de autobuses de no sobrepasar la velocidad de 30 kilómetros por hora. «No ha habido ni formación específica. Nosotros acatamos lo que nos exigen desde el Consejo de Administración. Insisten mucho» asegura Carlos Sáez, miembro del comité de empresa, quien reconoce que «los vehículos son nuevos y no sé si están preparados para ir a esa velocidad, porque son automáticos y ajustarse a los límites te deja en mitad de una marcha. Si te despistas te puedes pasar».
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