A pesar de ser actualmente una fuerza con muy poco poder en el Parlamento Vasco -es el cuarto partido en representación-, son muchos los que miran a la que será, desde mañana, presidenta del PP de Euskadi, Arantza Quiroga, que ya fue jefa de esa institución durante la convulsa legislatura liderada por el socialista Patxi López entre 2009 y 2012.
Desde el PNV, Andoni Ortuzar, mostró sus deseos ayer de que el bloque conservador mantenga la línea emprendida por Antonio Basagoiti -que se va a trabajar a México, con el Santander-, ya que, de no hacerlo, sería «un suicidio político». Yes que, a su juicio, el madrileño «ha democratizado» un partido que iba «en una peligrosa deriva, a situarse al borde de la democracia».
Independientemente de este juicio de valor que habría que poner entre grandes interrogantes, ya que los populares nunca pusieron objeción alguna a competir en las urnas con Aralar, una escisión de HB que condenó desde sus inicios la barbarie etarra, algo que, ni por asomo, han hecho EH Bildu, Bildu y Sortu.
Puede que los temores de los de Sabin Etxea sean infundados ya que la jefa del PP vasco desde mañana, Arantza Quiroga, se definió como miembro del sector más conservador de su grupo, pero, como tuvo que aclarar luego, en cuestiones como el aborto o el uso de los preservativos. De hecho, se la asocia al Opus Dei, quizás porque cuatro de sus cinco hijos acuden a un colegio de esta prelatura personal de la Iglesia Católica.
Nacida en Irún el 26 de julio de 1973, enamoró -políticamente- al entonces presidente del Gobierno José María Aznar con 24 años, cuando asistió a unas jornadas en Madrid que conmemoraban el aniversario de las primeras elecciones democráticas. Llevaba tres como concejala de su pueblo y, desde ese día, como recuerda Basagoiti, fue el ojito derecho del exjefe del Ejecutivo.
De origen muy humilde, su padre, vallisoletano, llegó al País Vasco con 14 años, y trabajaba en una carpintería metálica. Su madre, vasca y vascoparlante, quería que la niña hablara euskera, lengua que no habla pero que sí entiende.
Una anécdota para la posteridad es que su progenitora quiso que votara al PNV cuando alcanzó la mayoría de edad, pero ella manifestó su preferencia por el PP, afiliándose un año después a las Nuevas Generaciones, y con 21, y a propuesta del diputado y mentor José Eugenio Azpiroz, se presentó a las elecciones municipales en Irún por dicho partido, resultando elegida concejala.
En esa época, la presión terrorista hacía difícil encontrar candidatos para las listas del PP, y muchos tenían muy escasa preparación y mucha valentía, amén de ver en la política una forma de vida. ¿Quién no recuerda a Manuel Indiano, un kioskero que era concejal en Zumárraga y que fue asesinado en su tienda de golosinas en agosto de 2000 por los etarras?
Parlamentaria vasca desde 1998, contó con el apoyo de sus compañeros, que presionaron a Génova para que no mandara de paracaidista al exalcalde de Vitoria Alfonso Alonso. Ahora habrá que ver si hay un giro en la nave popular, algo muy posible, ya que el espacio que le queda por ganar, o mejor dicho reconquistar, es el del UPyD de Gorka Maneiro, y quizás a los descontentos del PSE-EE.
Sus detractores solo la ven como una cara bonita, máxime cuando una web de contactos la eligió, a través de una encuesta, como la política más deseada, junto a Cospedal y Urkullu. Pero se equivocan.