Las arqueólogas Ana Isabel Ortega y Leire Pérez y la antropóloga Marta Yustos trabajan seis horas diarias desde el pasado día 2 en una angosta cavidad de apenas medio metro de anchura, dos de altura y seis de profundidad. Excavan en busca de los restos de Homo Sapiens que esconde una galería sepulcral, una oquedad a la que se llega tras trepar dos metros y que está situada en un lateral a la entrada de la cueva Covaneria, en el corazón de Ojo Guareña. Allí, los hombres del Neolítico, que vivieron en este mágico y recóndito emplazamiento entre hace 3.000 y 5.000 años, decidieron dejar los restos de 13 niños, entre ellos, dos fetos que no llegaron a superar los seis meses de gestación, así como infantes de hasta 12 años. En total, se han localizado ya restos de un total de veinte individuos, pero solo dos son jóvenes y cinco, adultos.
Covaneria, a apenas unos cientos de metros de las entradas a las conocidas Cueva Palomera y Prado Vargas, todas de Ojo Guareña, encierra un secreto aún sin desentrañar y al que podría arrojar luz un proyecto de excavación más ambicioso que permitiera investigar en las numerosas cavidades del complejo kárstico, en las que el Grupo Edelweiss y la directora de la excavación, Ana Isabel Ortega, ya han localizado restos humanos, de su arte o de su industria.
Esta profesional de la Fundación Atapuerca, a la que la Junta de Castilla y León ha encargado los trabajos de excavación, estudio y analíticas de lo hallado en Covaneria, junto al antropólogo Antonio Molina, no duda en afirmar que esta pequeña galería sepulcral «es algo excepcional y un lugar especial». «Es un yacimiento que merece la pena porque aparecen muchos niños, a diferencia de lo que sucede en otras cavidades tanto de Ojo Guareña como de otros lugares», añade. En esta campaña ya suman un total de 243 restos humanos, aunque no se sabe aún a cuantos individuos pertenecen.
El Grupo Edelweiss dio con los primeros restos humanos de Covaneria en 1984. En 2017 se produjo un expolio y ello llevó a iniciar una primera campaña de excavación el pasado año. Entonces se encontró un neonato identificado gracias a una pelvis de unos pocos centímetros correspondiente a un feto de solo seis meses de gestación. Ahora se han multiplicado los dientes de niños y las diminutas falanges, además de aparecer otra pequeña pelvis algo mayor, lo que casi confirma la existencia de un segundo neonato, como mínimo.
Se han sacado, aunque en mayor medida el pasado año, restos de cerámica entremezclados con los huesos. No se sabe si metían los huesos en recipientes de cerámica o estos últimos acompañaban a los restos a modo de ofrenda. Lo que si parece claro es que «pudiera haber habido rituales», como explica Ortega y estos rituales hacen de este lugar un espacio a proteger en el futuro. Además, ha vuelto a ser expoliado a principios de año.
«Posiblemente crezca el número de individuos con los restos hallados, pero no lo sabemos con certeza», explica la arqueóloga. Queda por delante un gran trabajo de encaje de piezas y de análisis de estos restos en el laboratorio del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, CENIEH. El equipo esperaba acabar este año, pero ha descubierto que aún queda mucho material por extraer, por lo que confía en el apoyo de la Junta para continuar con una nueva campaña en 2020.
en busca del cromañón. Las investigaciones realizadas por Ortega y su equipo con el apoyo de Edelweiss desde 2016 han servido para saber mucho más de la secuencia de la vida en Ojo Guareña. También se conoce que hubo humanos Neandertales, hace 47.000 años en Prado Vargas, gracias al trabajo del equipo de la arqueóloga Marta Navazo. La Sala de las Pinturas de Cueva Palomera y Keimada esconden el arte rupestre de los primeros hombres Cromañón de hace unos 12.000 a 13.000 años. En la entrada de Cueva Kaite han hallado restos, sobre todo, de adultos, de hace 5.700 años, y ahora, los de Covaneria, más recientes. También están constatadas las primeras incursiones al interior de Ojo Guareña, datadas en hace 18.000 años y otras más recientes hace 8.000. «Vemos que las cuevas, la zona oscura de Ojo Guareña ha sido reiteradamente ocupada, pero faltan de localizar restos de humanos que estuvieran aquí entre hace 30.000 y 15.000 años», señala la arqueóloga de la Fundación Atapuerca. «Se conoce su arte rupestre, pero no dónde vivían» y ese será el gran objetivo de esta profesional en busca del hombre Cromañón.