El increíble viaje de mirar 40 años atrás

ADRIÁN DEL CAMPO
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La covid-19 ha aplazado el aniversario que Viña Pedrosa debería estar celebrando, pero los Pérez Pascuas mantienen la ilusión que les llevó a superar otros baches, como los de levantar una DO a contracorriente

De izq. a d., Adolfo Pérez Pascuas, Daniel Pérez, Juan de la Vega, Adolfo Pérez y Manuel Pérez Pascuas. - Foto: Valdivielso

Las celebraciones ya tenían que haber comenzado, con el acto inaugural en la bodega, pero el coronavirus ha obligado a suspender, o al menos aplazar, los actos previstos por el 40 aniversario de Viña Pedrosa. La pandemia ha limitado los desplazamientos y eso para una marca que vende en todo el mundo supone no poder festejar sus 40 años como debiera, sin embargo, hay viajes que ni una crisis mundial puede parar, el viaje de mirar atrás. Cuando los hermanos Pérez Pascuas hacen memoria y cuentan cómo levantaron Viña Pedrosa y la Denominación de Origen Ribera del Duero junto a otras cuatro marcas y decenas de cooperativas, regalan un increíble trayecto a través del tiempo que a falta de fiestas, conmemora un 40 aniversario.

La aventura de Viña Pedrosa arrancó en 1980, en una pequeña bodega que uno de los fundadores, Adolfo Pérez Pascuas, enseña sin querer presumir del valor histórico de esas antiguas instalaciones que aunque menos profesionales que, las actuales, siempre tendrán el privilegio de ser las primeras. Antes de esa incursión en la cuna de la marca, sentados en una mesa de la hoy sede de Viña Pedrosa, en un amplio salón con vistas a las cepas que rodean las bodegas, la familia narra el camino recorrido. "Los inicios en el 80 eran difíciles, íbamos a contracorriente. Cuando en la Ribera del Duero se arrancaban mil hectáreas de viñedo por año, porque las uvas valían a ocho pesetas y la cebada a 23, nuestro padre nos dijo que no emigráramos. Como éramos tres hermanos y con la agricultura que teníamos no era suficiente, analizamos si meternos en el mundo del vino o en el ganadero. Entonces nuestro padre nos dijo, la ganadería bala y come todos los días, el mundo del vino abre fronteras y es cultura", recuerda el copropietario de Viña Pedrosa, Manuel Pérez Pascuas.

El también copropietario Adolfo Pérez Pascuas coge el relevo de su hermano para contar los siguientes pasos: "Eran tiempos muy difíciles. Salías de casa y decías, somos de Ribera del Duero, y te decían, ¿dónde está eso? Tuvimos que ser auténticos misioneros. Ahora nos dicen, tuvisteis suerte, fuisteis los primeros, no había competencia; pero no, no había camino hecho. Tuvimos que hacer camino. Los pocos que fundamos Ribera del Duero éramos como una familia con una ilusión tremenda. Íbamos a dar catas a donde fuera, y no íbamos diciendo nosotros somos de Viña Pedrosa, nosotros de Torremilanos, nada. Era un bloque tan unido que íbamos en un coche juntos cuatro o cinco. Estamos muy orgullosos de lo que hemos hecho, no solo por nosotros, sino por las generaciones posteriores, por la ribera del Duero en general, porque esto no queremos pensar qué podría ser sin viñas. Que una cosechadora te coja todo… Nuestros hijos no estarían aquí…".

A pesar de las ganas de demostrar lo bueno que era su vino, ni ellos mismos se esperaban que su bodega y la DO llegaran a convertirse en lo que son hoy. "La inversión que se ha hecho era impensable. Hemos dado la vuelta a medio mundo sin saber idiomas. Íbamos sin temor a nada, quién te dice ahora que te metas en Nueva York sin saber inglés. Era complicado, pero ibas con ilusión, con la botella debajo del brazo…", recuerda Manuel Pérez Pascuas. "Y sin internet ni móvil", apostilla Adolfo Pérez Pascuas para luego seguir desandado el camino recorrido. "Todos nos involucramos de una manera tal que tenemos que estar muy orgullosos. Los medios de comunicación también ayudaron, empezaron a hablar de Ribera del Duero cuando otros nos decían, el claretucho", declara Adolfo Pérez Pascuas mientras todavía se le escapa un "cago en diez" pensando en aquel menosprecio.

La cercanía con la que los fundadores de Viña Pedrosa hablan de lo que ya es historia de Ribera del Duero sigue patente cuando analizan el presente y el futuro de la DO. Hacen hincapié en las riquezas de la zona, en su climatología y sus terrenos. "He recorrido el mundo y somos una zona superprivilegiada. Insisto en que los que vienen detrás no maten la gallina de los huevos de oro, porque se quiere igual coger dinero rápido y así la estropeamos", advierte Adolfo Pérez Pascuas. "Siempre hemos ido a calidad, porque la calidad con la cantidad está reñida", apostilla Manuel Pérez Pascuas.

La lección la tiene bien aprendida la siguiente generación. Las palabras del director comercial de Viña Pedrosa, Adolfo Pérez Herrero, así lo demuestran: "Nosotros hemos sacrificado muchas cosechas de reserva o gran reserva si vemos que no son excelentes. Queremos que lo que sacamos de vino sea lo mejor". El responsable de viticultura de la bodega, Daniel Pérez Herrero, incide en la idea: "Toda la uva que tenemos es de nuestro propio viñedo. Hemos apostado siempre por un sistema tradicional, por el vaso frente a la espaldera. En el vaso hay que hacer todo manual, sin embargo una espaldera se puede trabajar a máquina…".

Cuatro décadas después, los hermanos Pérez Pascuas no han perdido la ilusión que citan continuamente cuando miran atrás. No saben estar quietos y ya piensan de qué manera celebrar los 40 años de Viña Pedrosa. Envueltos en esas ganas que desprenden, adelantan que su "gran amigo" Cristóbal Gabarrón está diseñando una etiqueta conmemorativa por el 40 aniversario. Manuel Pérez Pascuas cierra la conversación: "Algo teníamos que hacer, no ha sido como hubiéramos querido, pero la vida es como es y no hay que darle vueltas. Lo más importante es el estar aquí".