El talento no siempre se marcha. A veces se consigue atraer. Leslea Jane Hlusko apenas lleva una semana en el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana y el propio ministro de Ciencia, Pedro Duque, se ha referido a ella en las redes sociales para darle la bienvenida. Algo que tampoco suele ocurrir. Es un «gran fichaje» que viene avalado por sus investigaciones y un área de trabajo que se complementa con los estudios de Antropología Dental que lidera el Cenieh y las novedosas disciplinas que está incorporando:el centro va camino de convertirse en el laboratorio de referencia mundial del estudio de las proteínas de los fósiles, la paleoproteómica, y aquí Hlusko tiene mucho que decir.
Cuando la investigadora supo que había una vacante en el departamento que estudia los dientes junto al Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA), hizo las maletas y cruzó el charco: «En la Universidad de California (EEUU) investigaba sobre la evolución humana y apenas había un par de personas haciendo lo mismo que yo. No hay muchos sitios en el mundo donde puedas complementar tu investigación con otras 50 personas, como ocurre aquí. Ese es el buen camino que debe seguir la ciencia y yo quiero ser parte del equipo».
El trabajo de Hlusko en Burgos se centrará en dos áreas: «Investigar cómo la variación genética influye en la variación dental, colaborando con el trabajo que realiza Tomás Marqués-Bonet. Y estudiar la genética en la evolución humana de poblaciones recientes de sapiens», detalla. Al margen, realiza trabajos de campo en yacimientos de Tanzania (Olduvai) y Etiopía, lo que también reportará fósiles y otro tipo de estudios e investigaciones al Cenieh. Por ejemplo, posee fósiles de África del Este con cronologías similares a las de Atapuerca (entre 600.000 y 150.000 años) que permitirán comparar y extender los objetivos del EIA.
Dientes de babuinos. Otra de las aportaciones de Hlusko tiene que ver con la genética cuantitativa, aquella centrada en estadísticas que explican los patrones evolutivos. En ese campo tiene un estudio sobre 2.000 babuinos africanos criados en cautividad y de los que conoce su parentesco. Las investigaciones sobre sus dientes, muy similares a los nuestros, permitirá trasladarlo a humanos a partir de los fondos que posee el Cenieh.
«La genética es la responsable de que los dientes tengan una forma u otra y a mí lo que me interesa saber es cómo se genera el cambio», señala. Para explicarlo pone como ejemplo uno de sus descubrimientos: cómo un rasgo dental, los dientes en pala, son el efecto secundario de la mutación de un gen que favorece la lactancia aumentando el grosor de los conductos mamarios y que se ha evidenciado en poblaciones de Asia. La necesidad de vitamina D propició esa adaptación cuyo rastro está en los dientes con esa forma.
Con la incorporación de Hlusko se refuerza, por tanto, el papel innovador del Cenieh: «Estratégicamente es una gran sinergia. Por un lado añade el componente molecular a la Antropología Dental y por otro entra de lleno en la nueva disciplina de la Paleoproteómica», indica María Martinón Torres, directora del Cenieh.