10 familias pueden perder su casa por la ruina del edificio colindante

Raúl Canales / Miranda
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El estado de abandono del portal contiguo ha dañado la estructura de las viviendas del número 61 de Ramón y Cajal y los vecinos deben optar por el derribo o por una costosa reforma que la mayoría no puede pagar

Resulta imposible conciliar el sueño cuando estás a punto de perder tu casa y quedarte en la calle. Los vecinos del número 61 de Ramón y Cajal conocen bien esa sensación de angustia que les invade cada noche ya que el prolongado estado de abandono del portal colindante  ha afectado a la estructura de sus viviendas y ahora se encuentran en una encrucijada.

Después de muchos años de espera por fin se ha iniciado el trámite para declarar en ruina el inmueble 59, actualmente propiedad de una entidad bancaria, por lo que su derribo es inminente. Pero la solución llega tarde porque la medianera ha cedido al empuje y las termitas han hecho estragos también en las vigas que sostienen sus casas. Los pisos altos están mejor conservados pero el sótano y las primeras plantas evidencian el deterioro.

Hace años tuvieron que acometer la reforma integral de la facha trasera ante el riesgo de que  se cayera arrastrada por la contigua, ya que los dos portales pertenecen al mismo bloque y comparten estructura,  pero ahora la situación se ha agravado y las grietas son visibles en varios puntos.

En octubre fueron desalojados de urgencia «sin darnos tiempo de sacar nada, solo un poco de ropa, y ni siquiera nos ofrecieron una pensión en la que pasar la noche a pesar de que hay niños y personas mayores en el edificio», lamenta Manuela. La mayoría tuvo que recurrir a  la ayuda de familiares o amigos pero «hay vecinos que no tienen a nadie».

Dos semanas después, tras apuntalar mínimamente la estructura, se les permitió regresar pero solo lo han hecho un par de familias ya que el resto tiene miedo. «Estoy toda la noche pendiente de cada crujido de la madera; así no se puede vivir», explica Heliodora.

En el portal hay diez viviendas y dos locales comerciales. Cada caso tiene una historia detrás. Algunos tienen el piso alquilado y dependen de ese ingreso para cubrir otros gastos, los hay con personas mayores a cargo o quienes lo han heredado y han invertido lo poco que tenían en acondicionarlo. Pero especialmente dramática es la situación de las familias para las que esa casa es su única propiedad. «Si nos tenemos que ir, vamos a la calle», asegura María Ángeles.

La situación es límite y deben adoptar una decisión de forma urgente. Las opciones pasan por derribar y perderlo todo o acometer una reforma estructural con un coste elevado. El primer presupuesto que manejan ronda los 40.000 euros por piso. «Es más de lo que valen las casas y aunque quisiéramos, no podemos pagarlo porque somos una comunidad de gente humilde que no tenemos grandes ahorros y muchos ya no  podemos optar por nuestra edad a un crédito bancario» explica María Ángeles.

En su caso todavía está pagando los últimos arreglos y otros propietarios aún no han acabado de pagar la hipoteca, por lo que se podrían ver sin vivienda y con deuda. Por si fuera poco los portales 59 y 61 cuentan con una protección estructural que obliga a respetar la fachada incluso en caso de demolición, lo que supone un coste adicional, por lo que ya han pedido al Ayuntamiento que modifique la catalogación.

«No tenemos ingresos para hacer frente a todos esos pagos  y además un alquiler, ¿dónde vamos a vivir ?», se interroga María Ángeles. Su pregunta es la misma que no deja dormir al resto de vecinos desde hace ya varios meses.

«Estamos en un callejón sin salida», remarca. Aún así, la comunidad no se rinde y han pedido más presupuestos. También un estudio detallado del estado de las vigas, por lo que un grupo de expertos ha tomado muestras esta semana con el fin de analizar si se pueden reforzar con estructuras de hierro.

En la última asamblea también se puso sobre la mesa la opción de formar una cooperativa para construir en el solar en el caso de que haya que optar por la demolición pero «no es viable porque si no tenemos para la reforma como vamos a acometer una inversión de ese tipo aunque nos digan que a medio plazo puede ser rentable», apunta Heliodora.  

Dejadez

 

A la incertidumbre por su futuro se une la indignación por un problema que «no hemos generado nosotros y que además llevamos años denunciando», señala María Ángeles. Y es que hace más de una década que el inmueble colindante sufre un evidente estado de abandono sin que su actual propietario, Caja Laboral, ponga las medidas necesarias.

«El Ayuntamiento también ha hecho oídos sordos y al final era evidente que iba a pasar esto», lamenta Manuela, quien no puede ocultar su malestar porque «nosotros hemos cuidado de nuestras casas, hemos hecho todo por mantenerlas en buen estado, y por culpa de otros ahora nos vemos en la calle».

Los vecinos se han planteado más de una vez recurrir a los tribunales pero la complejidad para obtener informes técnicos que demuestren judicialmente la causa- efecto entre la ruina aledaña y la suya, y sobre todo el elevado coste de un proceso que se podría dilatar en el tiempo, les ha llevado a desistir.

Sin embargo entienden que ha sido la permisividad del Ayuntamiento, por no instar a conservar debidamente el edificio, la que ha llevado a este punto y «ahora que el problema ya no tiene marcha atrás, se lavan las manos». Por eso apelan no solo a la responsabilidad municipal «por no haber actuado antes» sino también a la «responsabilidad social con los ciudadanos que nos vamos a quedar en la calle».

Desde la concejalía de Urbanismo se defiende que desde que la nueva corporación ha tenido conocimiento de la Inspección Técnica del edificio de la entidad bancaria ha procedido con «celeridad» y que ya se ha iniciado el expediente para declarar en ruinas el inmueble 59 por lo que su demolición se acometerá en breve. En el bloque hay otros cuatro portales. El 61 ya se ha visto afectado pero los otros,  que hacen esquina con Concepción Arenal, también empiezan a notar las consecuencias.

En los próximos días algunos vecinos se reuniran con la concejala para pedir que se tenga en cuenta la situación personal de cada afectado y se busquen alternativas como el realojamiento de los propietarios o el acceso a alquileres sociales.