Todos los días miles de escolares burgaleses realizan el almuerzo fuera de sus casas. Los comedores de los colegios son una herramienta de primer orden para ayudar a la conciliación de las familias, un objetivo que, en general, resulta bastante complicado. Por esta razón, entre otras, la existencia y las modalidades de los comedores se han convertido en un tema de debate prácticamente permanente. Hace unos años las asociaciones de madres y padres de la escuela pública se levantaron contra la implantación de la denominada línea fría en los coles que ha provocado que vayan desapareciendo las cocinas tradicionales, una lucha que no han dejado, ya que han solicitado que los colegios de nueva creación incluyan una cocina entre sus instalaciones. Ahora, son las familias de los concertados las que dicen sentirse agraviadas y piden a la Dirección Provincial de Educación que se subvencione su servicio de comedor.
«El comedor es un servicio complementario de carácter educativo que contribuye a favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral, y en este caso, nos encontramos con familias que, con las mismas circunstancias están siendo tratadas con diferencias porque no pueden optar a una ayuda», explicó Elena Sardiñas, de la Federación Católica de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (Fecampa). Esta medida afectaría de forma directa o indirecta a alrededor de 20.000 estudiantes en toda la provincia de Burgos, cuyas familias pagan la cuota sin posibilidad de subvenciones públicas. Solo en algunos colegios diocesanos (propiedad del Arzobispado) sí que existen ayudas pero llegan a través de la organización no gubernamental EDUCO.
«No entendemos que no tengamos los mismos derechos y obligaciones en la enseñanza. Sí tenemos el mismo calendario escolar, las mismas fiestas, horas lectivas, temarios… pero sin embargo no disfrutamos de los beneficios y ayudas que existen», añadió, argumentando que la Constitución establece la libertad de enseñanza y gratuidad y esto, a su juicio, supone «que la elección de un tipo de enseñanza, la elección del centro, no debiera depender del nivel económico de las familias;todos pagamos nuestros impuestos para que haya educación gratuita para todos, no es justo que haya familias que quieran una educación en un centro concertado y tengan que ir a uno público por temas económicos, esto van en contra de dicho artículo».
Esta petición de Fecampa, de momento, cae en un saco completamente roto. El director provincial de Educación, Juan Carlos Rodríguez Santillana no contempla ni estudiarla. «El concierto recoge la participación de la Administración de las actividades lectivas no extraescolares. El comedor es algo complementario», se limita a señalar.
Las ayudas, por tanto, están exclusivamente destinadas al alumnado de los centros públicos. De los 6.610 comensales que se han contabilizado para el curso 2018-19, 1.430 tendrán ayudas del cien por cien del coste total; 224 del 75% y 763, del 50%. El coste del menú es de 4,38 euros diarios el de carácter ordinario. Y si algún estudiante come un día esporádico la minuta asciende a 4,63 euros.