Seis años después de su puesta en marcha, gracias al trabajo coordinado de la asociación Autismo Burgos, la Fundación Miradas y un grupo investigador de la UBU, el proyecto bbMiradas se ha consolidado a nivel mundial como el más potente en la detección temprana de estos trastornos neurológicos y del desarrollo. Los primeros datos, que fueron presentados en la Facultad de Económicas, revelan un porcentaje más elevado de acierto en el diagnóstico precoz del autismo que los realizados hasta el momento en otros países, además de rebajar la edad de detección de 7 a 3 años.
El trabajo de investigación, que ha arrojado -según sus responsables- unos «buenos resultados», ha sido clave para abordar cuanto antes el acceso de los menores a una atención específica y especializada y para dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades que presenten en las primeras etapas de su desarrollo, además de favorecer el bienestar emocional de las familias.
En el acto celebrado en la UBU participaron la directora técnica del bbMiradas, María Merino; el director técnico de Autismo Burgos, Javier Arnaiz, y la responsable y el coordinador del grupo de investigación, Silvia Casado y Joaquín Pacheco, respectivamente.
Desde 2017, el programa bbMiradas ha trabajado con los datos de 400 bebés derivados de los servicios de pediatría por observarse signos de alerta, de los que 98 han sido diagnosticados y 128 han recibido atención especializada; actualmente se atiende a 74 en Burgos y a 14 más en otras provincias. El proyecto se encuentra en fase de implantación y transferencia nacional en otras nueve provincias.
En palabras de su directora, María Merino, el proyecto nació con la idea de cambiar la trayectoria de las personas con autismo. Actualmente se cifra la prevalencia en Europa en una persona por cada 100 y, según el centro de Prevención de Enfermedades de Atlanta, las últimas cifras son una de cada 36, lo que da idea del enorme impacto en la sociedad a nivel personal, económico, social y sanitario de esta discapacidad social y comunicativa. A su juicio, la mejor formar de reducir este impacto es la detección temprana y ahí es donde entra la técnica de eye tracking, un procedimiento no invasivo que expone a los bebés a unos vídeos durante tres minutos y analiza su reacción.
El análisis de esos datos es realizado por el grupo de investigación de la UBU, que emplea herramientas de minería de datos de Big Data y red neuronal diseñada para obtener información útil, según explicó Joaquín Pacheco.
En este sentido, el coordinador señaló que la potencia de este análisis es la fortaleza del modelo elaborado y su porcentaje de acierto (más del 90%) tras las 531 mediciones realizadas y, especialmente, haberlo conseguido en bebes de hasta 3 años, frente a los 7 años que abordan estudios similares, que además se centran en muestras de, como mucho, 60 menores. «Obtener datos tan útiles en edad tan temprana es realmente importante y hasta ahora no conocemos otros modelos de estas características», apuntó. El investigador también destacó la satisfacción personal que ha reportado para todos los miembros del grupo participar en este proyecto y agradeció al profesor de la UBU José Luis Cuesta, de la Cátedra Miradas por el Autismo, y al vicerrector de Investigación, José Miguel García Pérez, fomentar los primeros contactos para participar en el proyecto.
Javier Arnaiz, director técnico de Autismo, recordó cómo este proyecto nació de manera innovadora en Europa y en todo el mundo, usando esta tecnología por primera vez y con un abordaje integral, no solo de detección, sino también la intervención y apoyo a las familias, para las que el programa es gratuito. La detección temprana y la intervención antes de los 4 años es decisiva, ya que la plasticidad neuronal se asocia a un cambio en la trayectoria de desarrollo y esos bebés van a tener menos necesidades y van a poder ser más funcionales en su vida. Para Arnaiz, los resultados del proyecto evidencian, de forma científica, esta importancia de la detección temprana.