Goteras, puertas que no cierran, aparatos que no funcionan como deberían, lectores de tarjetas que fallan, habitaciones que no están tan limpias como corresponde a un centro sanitario o ropa que no parece estar recién salida de la lavandería. El HUBU registra cada día una media de 43 incidencias, que al cabo del mes suman alrededor de 1.300 y unas 15.500 al año. Una vez detectadas, se registran en un sistema informático, que permite repasarlas con periodicidad y concretar si la reincidencia o la gravedad de los asuntos anotados debe penalizar económicamente a la sociedad propietaria del edificio y responsable del mantenimiento (Eficanza) en el que Sacyl presta la asistencia sanitaria, rebajando el importe de la factura a pagar.
La aparición y gestión de las denominadas incidencias en el HUBU ha sido foco de críticas desde la apertura del hospital. Por una parte, porque el personal consideraba al principio poco operativo tener que emplear tiempo de su jornada a introducir en el ordenador todos esos defectos que iban encontrando a medida que ocupaban los servicios y por otra, porque hay quien considera que son muchos los ‘fallos’ que aparecen en un edificio que todavía no ha cumplido cinco años en activo. Y a todo ello hay que sumar el parecer de los miembros de la comisión constituida en las Cortes de Castilla y León para analizar tanto los costes como el modelo de gestión público privada del HUBU. De hecho, la representante de Podemos, Laura Domínguez, se refirió expresamente a lo particular del método para gestionar estas incidencias en el hospital burgalés.
El sistema nformático instalado en el HUBU para este cometido se denomina Mansis XXI y el fabricante lo describe como un «software enfocado a mejorar la productividad en distintos sectores: gestión de personal y nóminas en recursos humanos; gestión de producción en la industria; control portuario y exportación de pescado en el naval; logística administrativa y económica en el comercio o la distribución y, también, gestión de infraestructuras, mantenimiento, suministros y servicios generales en el sector sanitario. De hecho, ya se emplea en hospitales de Galicia, Madrid o Andalucía.
En el HUBU hay 287 personas autorizadas para entrar en el programa, en la mayor parte de los casos para anotar las incidencias de las que se quiere dejar constancia o, también, de lo que se ha clasificado como solicitudes de servicio: cuestiones que no se consideran defectos o fallos, pero que el personal de Sacyl cree mejorables y las anota. En conjunto, superan a las incidencias, ya que la media anual es de 19.500, 1.625 al mes y 54 al día.
El funcionamiento y mecanismo del programa es idéntico para cada una de las categorías: el usuario, las más de las veces las supervisoras («son nuestros ojos en el hospital», dice el subdirector de Gestión, Ignacio García) entran con su clave, escogen el epígrafe del que quieren dar parte y lo escriben. Al cabo de unos segundos, reciben un correo electrónico en su cuenta que les indica que el asunto está en fase de tramitación. Un matiz relevante, porque Sacyl le exige a la concesionaria unos tiempos de resolución concretos en función de la gravedad de lo anotado y, si no los cumple, también se tiene en cuenta en la facturación. Así, cuando el personal de Eficanza complete la parte que le corresponde, no solo tiene que especificar cuál era el problema y la solución adoptada, tiene que poner si se ha resuelto y, de ser así, en qué tiempo.
Toda esta información se recopila y el subdirector de Gestión la analiza para plasmarla a continuación en el diseño de baremos y colores creado con programa Excel para poder saber con un golpe de vista en cuáles de los 14 servicios externalizados ha habido problemas al cabo del mes, cuántas veces, cuál era la gravedad y, en este caso, si fue lo suficientemente relevante como para aplicar penalización.
seguimiento. De esta manera, García puede consultar qué fue de un asunto concreto en cualquier momento. Y por poner un ejemplo, se le preguntó por una fuga detectada en el servicio de Farmacia a primeros de abril y denunciada por la Plataforma de la Sanidad Pública que, después de unos minutos de búsqueda, apareció. Se trataba de una gotera localizada el 30 de marzo a las 14.08 y que, según Eficanza, se resolvió de forma satisfactoria. Concretamente, el registro dice «se acude al aviso y se acuerda con el servicio que se hará reparación cuando las lavadoras terminen su ciclo de lavado [porque se había originado en los equipos de Esterilización, ubicados justo encima de Farmacia] se cambian las tuberías estropeadas y se comprueba al día siguiente su correcto funcionamiento». Si la supervisora está de acuerdo en que se ha cerrado, la incidencia se clausura, pero se mantiene en el registro.
Este tipo de cosas, en el General Yagüe se hacían con partes de trabajo en papel que se le remitían a mantenimiento para que lo arreglara o a través de los celadores.
A esto se añaden las inspecciones programadas y ‘sorpresa’ que se realizan por puntos concretos. Pero el subdirector de Gestión destaca que «así no ves todo, quiénes realmente saben lo que pasa en cada servicio son las supervisoras de Enfermería, así que les estamos muy agradecidos», concluyó.