Ninguno tenía el alias de Tokio, Berlín, Nairobi, Río o Helsinki, como algunos de los personajes de la exitosa serie La casa de papel, cuya cuarta temporada estrena Netflix el próximo viernes, pero hicieron lo mismo -o algo parecido- sin tantas alharacas, mucho menos ruido y en conexión, nada menos, que con una sanguinaria banda terrorista. Un grupo de delincuentes comunes burgaleses ejecutaron un atraco perfecto a la Fábrica de Moneda y Timbre tras urdir el plan en connivencia con un siniestro personaje al que, siguiendo con el paralelismo con la afamada serie televisiva, podría adjudicarse en papel de El profesor. En cualquier caso, el suyo fue también un robo de película. Sucedió en Burgos en 1978.
En verano de ese año, Carlos Catalán Sánchez, natural de Pamplona, de profesión restaurador de obras de arte y con un pasado turbio, relacionado con su participación en los Grupos de Acción Carlista que durante el franquismo habían practicado la lucha armada, entabló conversaciones con un tipo con el que ya había realizado actividades al margen de la ley en el pasado, un delincuente burgalés llamado Juan José Molinero Medina, apodado Moli, quien al parecer tenía un plan para dar el palo en la Fábrica de Moneda y Timbre de Burgos. Catalán Sánchez, que en aquella época andaba relacionado con la banda terrorista ETA, sabía que la dirección de la formación llevaba tiempo queriendo asestar un golpe a la economía nacional.
Y así fue como el primero organizó un encuentro entre el segundo y uno de los líderes de ETA militar: Domingo Iturbe Abasolo, alias Txomin, quien a finales de ese mismo año se convertiría en el principal dirigente de la banda tras la muerte de Argala a manos del ultraderechista Batallón Vasco Español.La reunión se produjo en la localidad francesa de Bayona. Moli no se presentó únicamente con el plan o con bonitas palabras sobre el mismo: mostró al líder etarra dos pliegos de papel moneda con su correspondiente marca de agua provenientes de la Fábrica de Moneda y Timbre de Burgos. Un material que, en grandes cantidades, podría permitir la falsificación de una millonada.
La Fábrica de Moneda y Timbre no fue, en 1978, inexpugnable para los ladrones. - Foto: PatriciaAllí mismo se cerró el acuerdo: Moli y sus secuaces se encargarían de sustraer la cantidad necesaria de papel con marca de agua como para obtener 200 millones de pesetas en billetes con la efigie de Echegaray, esto es, de 1.000 pesetas, obteniendo a cambio un 12 por ciento de la cantidad total que pudiera imprimirse con el papel robado.Asimismo, se acordó que Carlos Catalán Sánchez sería el encargado de hacer de intermediario entre los etarras y los rateros. Fue éste quien proporcionó a Moli y su banda dos receptores y sendas pistolas, por si surgían dificultades en el transcurso del atraco.
¿Cómo había conseguido Moli aquellos dos pliegos de papel que había mostrado al dirigente etarra en Bayona y que habían sido la clave para llevar adelante tan compleja operación? El atracador burgalés tenía a alguien dentro. Se trataba de una mujer, Yolanda María Turrientes, novia de uno de los miembros de su banda, Onésimo José Lajo Cosido. Fue ella, trabajadora eventual en la Fábrica de Moneda y Timbre, quien sustrajo aquellos dos pliegos. Y quien realizó un molde en plastilina con el que pudo realizarse la copia de una llave que abría una cerradura esencial para que los ladrones pudieran acceder al recinto sin armar ningún alboroto. Por su participación se le prometió medio millón de pesetas.
El golpe. Tras robar un vehículo, en la noche del 22 de octubre de 1978 se acercaron a la parte posterior de la fábrica de papel Juan José Molinero, Onésimo José Lajo y Luciano Camarero Cantero.Los dos primeros son los encargados de saltar la tapia y acceder al recinto; el tercero se queda en el interior del vehículo con un transmisor. El golpe es rápido y eficaz. Al cabo, los malhechores consigue sacar de la nave-almacén un total de dieciséis paquetes, cada uno de los cuales tiene 500 pliegos con marca de agua (en cada pliego podía imprimirse veinte billetes de 1.000 pesetas). Introducen la mercancía en el vehículo y se trasladan a la localidad de Villoruebo, donde ocultan el botín en la casa de campo de un cuarto personaje, José Ramón Aubeso Renedo, quien se enteraría más tarde de la operación mostrándose conforme con la misma.
El éxito de la operación desata la ambición en la banda. Moli comunica a Carlos Catalán que el robo ha sido coser y cantar, y propone la posibilidad de repetir, si bien esta vez con un camión, para poder sacar el mayor número de paquetes de papel. Antes de responder afirmativamente, su enlace con ETA le pide que señale el lugar en el que han depositado el género con el fin de que un comando pase a recogerlo, a lo que Moli se niega si no les hacen entrega del dinero acordado en la reunión con Txomin.
No llegan a un acuerdo, y mientras se producen los desencuentros sucede un contratiempo inesperado: Carlos Catalán Sánchez es detenido y encarcelado por su pertenencia al comando Txindoki, al que se atribuían varios atracos a entidades bancarias. Los delincuentes burgaleses dejan pasar varios meses sin hacer movimientos. Hasta que el cabecilla decide visitar en la cárcel a su intermediario; en un primer encuentro no pueden hablar con libertad, toda vez que hay funcionarios merodeando; pero sí lo consiguen en una segunda reunión. Sin embargo, no llegan a un acuerdo. Y Moli, temeroso de posibles represalias por parte de la banda terrorista, y sintiendo muy cercano el aliento de la policía, resuelve deshacerse del botín que no ha salido en todo ese tiempo de la casa de Villoruebo.
Moli y Aubeso, según declararon a la policía tras su detención (hecho que se produjo en noviembre de 1979, un año después del atraco a la Fábrica de Moneda), lanzaron los paquetes con los pliegos de papel moneda al río Arlanzón en el término de Cardeñajimeno, hecho que los agentes confirmaron luego de rastrear las inmediaciones del cauce: aunque fueron hallados en estado inservible, sirvió para confirmar la veracidad de los hechos.Pocos días después de la detención de Moli y Aubeso se entregó en la Comisaría de Burgos Yolanda María Turrientes, que confesó su participación en el atraco. Su novio durante los hechos aquí narrados, Onésimo José Lajo, hizo lo propio poco después. Así es como la Policía pudo desentrañar todas las claves del robo a la Casa de Papel.
Sin embargo, en diciembre de 1979 la Guardia Civil encontró un alijo perteneciente a aquel atraco: 3.984 pliegos habían ido a parar las inmediaciones de la localidad de VillayernoMorquillas. ¿Mintieron Moli y Aubeso y no lanzaron todo el botín al Arlanzón? ¿Se encontró alguien en el río con aquel dineral en ciernes y decidió ponerlo a salvo de su destrucción pensando quizás en darle un uso posterior? Por desgracia para el lector, aquel atraco a la Casa de Papel de Burgos no tuvo más temporada que aquella. Capítulo cerrado.