Con sonrisas traviesas y caras desconcertadas, los formales pequeños observan a Rocío tocar el piano. Cinco minutos después cogen una campana y la hacen sonar con todas sus fuerzas cada vez que la maestra aprieta las teclas. Cuando los dedos se levantan del teclado, las campanas se apuntan al silencio con más o menos disciplina. En otro momento pasean en corro al ritmo de las corcheas, presentadas como dos hermanas gemelas; la blanca, que es la abuela gorda que ocupa dos asientos, y de la madre, que es la negra. En el último de los ejercicios, la nana que sale de una flauta les ayuda a relajarse tumbados en el suelo.
La clase a la que asistimos en la guardería Don Gato la imparte la academia Yoglar, una escuela de música itinerante dirigida por Rocío Madueño y cuya novedad está en que se desplaza al entorno del alumno: guarderías, colegios, centros culturales, asociaciones, casas particulares, academias de música, etc. «Nos hizo una demostración de cómo trabaja y nos pareció interesante porque es un taller alegre y participativo en el que los niños aprenden sin querer», sostiene Julia Rodríguez, una de las responsables de la escuela infantil del barrio de San Pedro que ha propuesto a los padres contar con sus clases para este curso.
Como este centro, otra docena de colegios y asociaciones han mostrado interés por la estimulación musical temprana de Yoglar. «Todos los niños son musicales. Todos nacen con inteligencia musical; lo único que hace falta es potenciarlo», apunta la directora, una joven de 30 años con estudios de piano y percusión, titulada en Educación Musical, profesora del Método Yamaha y estudiante de Musicología. «Lo interesante es que los niños disfruten de la música de una manera natural, que forme parte de sus vidas, cada uno dentro de sus posibilidades. No se trata de formar virtuosos, sino que, a través de la música, sepan comunicarse y expresar sus sentimientos y que, de alguna manera, amen la música».
Al final de la gestación
Considera tan importante la estimulación temprana -desde los 4 meses a los 6 años, cuando el cerebro está en pleno desarrollo- que ha hecho de ella la apuesta de su academia, retrocediendo incluso hasta el embarazo: «Es una actividad nueva en Burgos aunque conocida de manera intuitiva. ¿Quién no ha cantado a su bebé? ¿o quién no utiliza una entonación musical cuando les habla».
Está pensada para embarazadas en el último trimestre de gestación, «ya que según algunos estudios alrededor de los 5 meses y medio el oído del futuro bebé está listo para funcionar y es el único órgano sensorial que lo hace en el útero». Desde ese punto de vista, Yoglar hace hincapié en 4 aspectos: estimular con música para que se generen con mayor rapidez y eficacia las conexiones neuronales del cerebro del bebé; fortalecer el vínculo afectivo madre/bebé; reducir posibles ansiedades de la madre y mejorar posturas o respiración; y enseñar a las mamás hábitos musicales fáciles para utilizar después del parto.
Al margen de la estimulación temprana, imparte clases de destreza instrumental y creatividad a partir de 7 años y técnicas de relajación musical para adultos.
Su nombre, Yoglar, es toda una declaración de intenciones: «Proviene de una canción popular burgalesa y significa en castellano antiguo divertirse, jugar, tocar algún instrumento para producir alegría, etc.». (www.yoglar.es).