«En épocas de mucho trabajo no se para y toca comer de pie»

I. PASCUAL
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Retratos del Burgos olvidado (X) | Moisés Tijero Viñé desciende de Tórtoles de Esgueva, donde sus antepasados se ganaban la vida moliendo. Mamó el oficio y lo ha hecho prosperar en Palazuelos de Muñó adaptándolo a las necesidades de los agricultores

Moisés Tijero Viñé, molinero y empresario rural. - Foto: Valdivielso

A Moisés se le conoce como el molinero, apelativo que le agrada porque lo fueron sus abuelos y sus padres; el oficio no existe hoy como tal, pero él todavía muele -casi como un favor a algunos ganaderos de la zona-  aunque no sea con las viejas ruedas de los molino movidas por la fuerza del agua. Éstos pasaron a la historia, la mayor parte de ellos han desaparecido y otros se han recuperado hoy como Museos Etnográficos para acercar a las nuevas generaciones el oficio de la molienda. Ahora Moisés es un empresario rural que se pasa la vida entre cereales y agricultores en sus instalaciones de Palazuelos de Muñó, aunque vive en Villaverde Mogina. Tijero Viñé es una empresa que ha ido diversificando su actividad y creciendo a lo largo de las décadas. En sus naves, selecciona el grano de los campesinos del entorno, pero también es almacenista, trabaja las leguminosas que le compran por toda España y cada vez más, se dedica a las semillas certificadas. Tal es así que con el esfuerzo realizado, la empresa es más que solvente y está en pleno proceso de expansión.

Orgulloso de sus raíces, Moisés recuerda que su familia no procede de esta zona de Muñó, sino de Tórtoles de Esgueva desde donde se trasladaron sus abuelos a Villaverde Mogina, compraron un molino y a eso se dedicaron toda la vida, así como a la panadería, oficios con raigambre en esta familia, que él ha mantenido y que no se perderá porque su hijo Rafa ya trabaja con él, con lo que el futuro de estas instalaciones tan necesarias para los hombres del campo en esa comarca, está garantizada.

En un momento determinado, su padre cogió un molino eléctrico en renta en Palazuelos de Muñó al independizarse de sus hermanos con los que hasta entonces trabajaba en Villaverde. Ese es el punto de inflexión y que marcaría el futuro profesional de Moisés. Posteriormente compraron un terreno e instalaron la seleccionadora en Palazuelos donde ya trabajó Moisés, que recuerda sus inicios en el oficio al acabar la escuela y que fue en Santa María del Campo donde aprendió durante dos años. A los 17 ya estaba curtido en lo que sería su profesión y daría lugar a su empresa, aprendiendo más día a día.

Moisés recuerda que su padre se desplazaba desde Villaverde a Palazuelos en moto y él en bicicleta. El oficio le gustaba, lo había mamado desde niño y no puede olvidar aquellos verano en los que con 11 y 12 años, como no había escuela, traía hasta la seleccionadora la comida en bici. Tardaba entre 20 y 30 minutos en ese recorrido para acercar el alimento a su padre.

Entonces, la seleccionadora estaba en el caso urbano, un lugar poco apropiado por el polvo que generaba e, incluso, las toxinas de los productos que se utilizan. Así que para evitar más protestas vecinales, él mismo adquirió los terrenos en los que ahora se levantan las naves. De entrada se montó una, con la seleccionadora y el molino, y a medida que el negocio iba prosperando fue construyendo las demás. 

En una comarca agrícola pero también ganadera, hace décadas moler el cereal para el ganado era fundamental, pero ese negocio cada vez fue a menos porque comenzó la crisis ganadera. Moler, moler para el ganado ahora apenas lo hace para Dositeo Martín y su hijo José Arturo que mantienen las granjas de porcino en Santa María del Campo y para pocos más.

El empresario explica que con los años la competencia es mayor, porque se han ido montando seleccionadoras en localidades del entorno, «pero nosotros llevamos 45 años en el negocio y no nos faltan clientes», dice. Él tiene actualmente 56 años, así que le queda cuerda para rato.

Tampoco la agricultura es como antes, ahora hay que cuidar la sostenibilidad, apostar por el medio ambiente y mejorar la calidad del cereal. Por ese motivo, Moisés y su hijo diversifican su empresa y actualmente se han metido con la semilla de multiplicación. Es la cuarta campaña agrícola que hacen semilla certificada R2, «del montón no se puede hacer, hay muchas inspecciones y hay que hacerlo de forma legal ajustándose a las normativas», apunta Moisés que también se dedica a las leguminosas, con las que le ha ido muy bien durante años; compra legumbres, vezas y titarros, los selecciona y los vende a terceros. Tiene clientes en distintos puntos del país.

En este oficio, hay épocas con más trabajo que otras; entre que acaba la cosecha y comienza la siembra, se multiplica porque los agricultores acuden con sus remolques a seleccionar. En esos días no bajan a comer a Villaverde, sino que lo hacen en la nave. «Los molineros estamos acostumbrados a comer de pie en el trabajo», apunta. Pero es más, incluso, puede acumular dos o tres días en la nave, sin bajar a su pueblo ante la avalancha de trabajo. No se arrepiente del camino elegido y recuerda que con 13 años le querían llevar a trabajar en una carnicería a Santander, «pero mi madre no me dejó, era muy pequeño aún». Entre risas cuenta esa anécdota que de haberse hecho realidad, le podría haber llevado a otras latitudes y aprender otro oficio. «La vida entonces era así, salías de la escuela y si no ibas a estudiar, había que irse a trabajar donde fuera», afirma. Hoy, con la perspectiva de los años dice que realmente él entonces quería irse, por salir del pueblo y emprender, «siempre he sido decidido y emprendedor», aclara, aunque también reconoce que ha sido esclavo del trabajo, que es así en los pueblos.

Moisés y Rafa -que también lo ha mamado y ha optado por seguir en la empresa familiar- ahora van a ampliar la empresa; de hecho han comprado una parcela de cuatro hectáreas y media en Espinosa de Cerrato donde piensan montar un centro de selección con almacenes. El padre está contento y ha aceptado de buen grado la decisión del hijo, «dice que dónde va a estar trabajando mejor que con su padre». Pues eso, ¿dónde va a estar mejor?. Los dos lo tienen claro, la empresa es propia, va bien y crece, «no es lo mismo que tener que empezar de cero, ahí si que tienen un problema los jóvenes que quieren quedarse en los pueblos», afirman.