El viejo bibliobús convertido en 'escape room', a punto

ALMUDENA SANZ
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La pandemia truncó los planes para el vehículo retirado y se quieren retomar en septiembre con una gira por la provincia que culmine en noviembre en la Feria del Libro capitalina

La decoración del bus está inspirada en el interiorismo de los sesenta y utiliza objetos reciclados. - Foto: Valdivielso

El estado de alarma echó el freno del bibliobús jubilado reconvertido en una sala de escape (escape room) que iba a recorrer las carreteras de la provincia con paradas en los pueblos que lo solicitaran. La Asociación Provincial de Libreros y la Biblioteca Pública, junto al Centro Coordinador de Bibliotecas, veían en la iniciativa una ideal manera de fomentar la lectura en el medio rural. Hicieron realidad sus deseos con la colaboración de Ajo Taller de Arquitectura, en el acondicionamiento del vehículo, y Parafernalia, en la creación de la historia. En marzo estaba listo para rodar. El coronavirus lo impidió. El gozo de todos en un pozo. Cinco meses después, se ha abierto la puerta de la nave donde se guarda y ya se procede a su puesta a punto -además debe pasar la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), vencida durante el confinamiento- para reanudar la marcha. 

«No hemos cerrado ninguna fecha porque no sabemos cuándo estará el autobús listo, pero sí queremos que empiece a funcionar en septiembre y hacer el máximo de acciones posibles», expone el presidente de los libreros, Álvaro Manso, consciente de que deberán modificar el planteamiento inicial. La idea era llegar a un pueblo un viernes y aparcar en el colegio o instituto a modo de actividad extraescolar, algo que ven complicado, y abrirlo al público en general, niños y adultos, el resto del fin de semana. 

La iniciativa, enmarcada en Lebhur, un programa al alimón entre los gremios de Burgos y Huesca, nace con vocación rural. De plaza en plaza, de pueblo en pueblo, girará este otoño con la idea de culminar la última semana de noviembre a orillas del Arlanzón y sacarle partido durante la Feria del Libro, aplazada a este mes desde su fecha habitual en junio. 

Quienes se adentren en este viejo bus, jubilado tras 20 años de trabajo y alrededor de 700.000 kilómetros por todoe l territorio burgalés, se dejarán envolver por un ambiente mágico inspirado en el interiorismo de los años sesenta.

Todo está al mínimo detalle y al servicio del juego. Una gran jaula sin pájaros, un teléfono sacado de Cuéntame, botes de caramelos, una eterna Olivetti, viejas fotografías de lugares y personajes de leyenda como Cernégula o el Sacamantecas, frases sugerentes y de cuento (Como era habitual cuando visitaba un pueblo...)... Su morador es un impresor itinerante que recorre la provincia, acompañado por un ayudante y su hija, presto a dar servicio a los lugareños, mientras prosigue con una investigación secreta que nadie conoce. He ahí el enigma.

Se trata, observa Álvaro Manso, de descubrir el territorio burgalés a través de la literatura, la mitología y las leyendas surgidas y alimentadas en sus distintas zonas. 

Aunque el hilo argumental se mantiene, sí deberán cambiar las reglas del juego, que contemplaban la resolución del misterio por parejas, para afianzar más ese espíritu de equipo, con sus miembros esposados como dificultad añadida. Una acción imposible al tener que cumplir las medidas de seguridad contra el coronavirus, que, por supuesto, incluirán la reducción del aforo y el uso obligatorio de la mascarilla y de gel, tal y como exige la normativa sanitaria en la nueva ‘normalidad’ y ante el repunte de casos.