El cambio climático dispara el seguro agrario

Vidal Maté
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Ante un futuro con fenómenos climáticos más frecuentes y extremos, crecen las pólizas, la superficie, el volumen, el capital asegurado y también las primas

El cambio climático dispara el seguro agrario - Foto: Valdivielso

El cambio climático, con el desarrollo más frecuente de una serie de fenómenos meteorológicos -DANAs, Filomena, olas de calor, sequías, gotas frías, etc.- con graves efectos directos en la actividad en el campo, está teniendo un fuerte impacto en el seguro agrario. Una primera consecuencia directa de todo ello ha sido el incremento de la contratación de una forma generalizada en todos los sectores, pero muy especialmente allí donde hasta la fecha han atacado más los cambios y los riesgos por el comportamiento del clima. El segundo efecto está por ver y ya se pone sobre la mesa de las compañías aseguradoras y de los representantes del sector productor la necesidad de llevar a cabo los cambios que sean necesarios para que todos los efectos de los fenómenos excepcionales que se puedan registrar tengan siempre la suficiente cobertura y no puedan quedar fuera situaciones como los efectos de la nieve en los árboles en el olivar en las condiciones generales de la póliza.

En esta línea, Agroseguro llevó a cabo recientemente una jornada de información donde especialistas del clima desde diferentes ángulos analizaron la evolución y los efectos del cambio climático sobre la actividad agraria e hicieron previsiones sobre su posible impacto en la próxima década. Habrá más cambios y más riesgos, por lo que el seguro tendrá ajustes, el seguro será más caro y se necesitarán más recursos para sujetar las primas al ser en este momento prácticamente el principal instrumento para sostener las rentas en el campo.

En principio, con el cambio climático a las espaldas, ha crecido la demanda. Según los datos manejados por el sector asegurador y por la propia Administración, en 2020 el número de pólizas creció un 5%, hasta las 416.000. La superficie asegurada lo hizo en el mismo periodo en un 23% hasta los 7,8 millones de hectáreas en total. Destacan muy especialmente los cítricos con un aumento del 8,2%, los herbáceos con un 6,6% más, así como los frutos secos, viñedos o forrajes.

El seguro agrario registró además cifras récord en lo que se refiere al capital asegurado con 15.200 millones de euros y un volumen de 41 millones de toneladas. Estas cifras de 2020 se han registrado a pesar del incremento habido en el coste de las primas al asegurado por la insuficiencia de los fondos públicos, Agricultura y comunidades autónomas para subvencionar el gasto por el aumento de la contratación. El coste de las primas subió una media del 1,6% hasta los 796 millones de euros con una subvención de 237 millones de euros y la compañías pagaron unas indemnizaciones por encima de los 600 millones de euros, cifras lejos de sus peores años como los 755 millones de 2018.

De cara a este 2021, un primer dato positivo frente a los riesgos que conlleva el cambio climático ha sido el incremento del presupuesto inicial que pasa de los 211 millones, cifra que llevaba ya cinco años enquistada (aunque luego se complementaba cada campaña con créditos especiales), a los 251 millones para su aplicación como subvención a las primas de las pólizas. Este incremento de los recursos se pretende que tenga una especial incidencia para reducir los recargos que se están aplicando en las pólizas en zonas con elevada siniestralidad que sufren unos 20.000 agricultores, para aumentar en 10 puntos la subvención adicional a los jóvenes o para la concesión de subvenciones adicionales (5% por pérdida de pastos por pertenecer a una asociación de defensa sanitaria y un 3% si se trata de una producción ecológica). Igualmente se incrementará en seis puntos la subvención al seguro complementario y el 1% por fraccionamiento de pago.

A pesar de esta mejora en los fondos para las subvenciones a las pólizas desde la Administración central, desde el sector productor también se reclama un compromiso en esa dirección a las comunidades autónomas si se tienen en cuenta las estimaciones sobre el comportamiento del clima en los próximos años a tenor de las estimaciones de expertos reunidos por Agroseguro: los fenómenos serán más frecuentes, más intensos, cubrirán una mayor superficie del territorio y se producirán en más periodos del año. Existe un 90% de probabilidades de que en esta década este tipo de fenómenos crezca como mínimo en un 10% sobre las dos décadas precedentes y que desaparezcan las heladas de invierno en el levante español. Otras zonas, por el contrario, experimentarán temperaturas más bajas por el efecto del chorro de aire frío procedente del polo norte consecuencia del proceso de deshielo.

A tenor de los expertos en meteorología, para la próxima década hay un 90% de posibilidades de que aumente entre un 10% y un 20% la sequía ambiental en Castilla y León -en general en toda la zona centro- y en Andalucía en relación con la última década. Hay muchas probabilidades para un aumento de las olas de calor, en cantidad y en duración, en relación con los años precedentes, incrementándose también las temperaturas máximas. Una gran parte de las olas de calor son debidas a invasiones de aire sahariano acompañado de polvo que entra desde el Atlántico pasando por las islas Canarias o por la corriente que entra desde Argelia por el Mediterráneo, trayectorias ambas, para su implantación, que exigen una baja temperatura en toda la península propiciada por el chorro de aire polar provocado por el calentamiento del Ártico. Existe igualmente una probabilidad del 90% para que aumente la intensidad de los vientos, especialmente en toda la costa mediterránea. Finalmente, en lo que se refiere a la heladas, las previsiones de los expertos señalan la posibilidad de un incremento en relación con la década anterior en los meses de febrero a abril, muy especialmente en todo el Valle del Ebro, igualmente por el efecto del chorro de aire polar procedente del Mar del Norte que entra por el Golfo de Vizcaya.

Con todas estas previsiones por delante y los datos de los últimos ejercicios, la coincidencia general es que el seguro necesita un ajuste para que fenómenos como el reciente Filomena no pongan al descubierto sus carencias.