«Es un intento de cambiar un poco la actitud, ya que nos toca vivir esta enfermedad tan larga y tan tediosa, pues intentar verla no tanto como una desgracia injusta de la vida sino como un desafío. Igual el más complejo sin duda, pero sumamente gratificante». Con estas palabras describía la escritora Matilde Mendieta Goicoechea su libro 9 regalos del alzhéimer que ayer presentó en Aranda en un acto organizado por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de la Ribera (AFAR). Aunque parece difícil encontrar algo positivo en esta patología, la autora navarra enseña a verla de otra manera: «Entre los nueve regalos están la paciencia, la empatía, el amor incondicional, la gratitud, el control de los miedos... Esta es una enfermedad larga y te surgen miedos todo el rato, que al final son emociones que tienes que dejar fluir y que si queremos que se liberen tienes que tocar fondo y tenemos que aceptarlo. Esto es un sí a la vida, por eso yo intento ver la enfermedad desde otro punto de vista y con una actitud mucho más luchadora».
A Matilde Mendieta Goicoechea la idea del libro le viene desde su experiencia personal: «Mi madre tiene esta enfermedad desde hace siete años y a mí desde luego el alzhéimer me ha robado lo más preciado de mi vida, que es mi madre, pero en contraposición me ha llevado a un estado de tranquilidad y seguridad en mí misma que de otra manera no hubiera alcanzado ni de casualidad. Se puede exprimir al alzhéimer. No debemos dejarnos arrastrar por esta enfermedad que ya nos está robando un familiar. Vamos a tener momentos bajos, pero nos tenemos que sobreponer. Esta enfermedad nos aporta unos valores que nos muestran de lo que somos capaces, lo que valemos».
9 regalos del alzhéimer se publicó en septiembre y se vende en todas las librerías, como apuntaba la autora, que recalcaba la intención de la obra: «La he escrito para promulgar y dar algo de respiro a la gente porque se puede vivir de otra manera». Con ese mensaje está yendo por las asociaciones de enfermos de alzhéimer de toda España, clínicas, residencias... y aunque, como ella misma apunta, no es psicóloga ni médica, señala «al cariño que hay que dar a los familiares» afectados como el mejor arma contra esta patología.