Hace tiempo que la relación entre la dirección y, al menos, una parte del profesorado del Colegio Público Venerables con el conserje del centro educativo es insostenible. Hasta el punto que el área de Personal del Ayuntamiento se ha visto forzada a actuar y lo ha hecho interponiendo una sanción de dos meses de empleo y sueldo al trabajador municipal al que se le achacan tres faltas de disciplina graves o muy graves. Por concretar, «la falta de respeto hacia el personal del centro», la «impuntualidad» y el «incumplimiento de las órdenes dadas» por sus superiores.
En la resolución que confirma la sanción se detalla que «se ha acreditado» como el conserje «muestra una actitud de falta de respeto hacia sus compañeros, que no a padres, por cuanto se dirige al personal del centro de forma violenta, increpándoles» y en una «actitud provocadora». Y se recuerda como en una ocasión, «cuando se le llamó la atención por falta de diligencia en la limpieza de los charcos del patio» se dirigió a la directora del centro «fuera de sí». O como otra vez, respondió en público a un profesor, que le había preguntado por su ausencia, que estaba haciendo sus necesidades (no exactamente con estas palabras).
Junto a estas situaciones, el secretario del centro mostró su malestar por ser «quien cojo el teléfono, atiendo la caldera, hago las fotocopias». Palabras que refrendaba una profesora al afirmar que son otras personas las que se encargan de reponer el papel higiénico, arreglar una persiana o apretar un tornillo. O las de otra docente que aseguraba que el conserje «se echa algún que otro sueño» y «tiene una actitud provocadora».
Entre las acusaciones, todas negadas por el señalado, se añade el incumplimiento del horario, que dejara entrar a personas ajenas al centro o que una vez permitiera la entrada de una madre al comedor (terminantemente prohibido y causa de un conflicto en el centro).