Recuperando el espíritu solidario de los pueblos

I.P.
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Borja Rosales, de Tierra de Lara, y el médico del Centro de Salud de Lerma Antonio Cabezón, idean Tayma, un proyecto que plantea un sistema de geolocalización que permita a un grupo de vecinos realizar una primera intervención sanitaria

Recuperando el espíritu solidario de los pueblos - Foto: Jesús J. Matías

El anuncio de la consejera de Sanidad, Verónica Casado, de extender a núcleos rurales dispersos de la comunidad un sistema de geolocalización para permitir a sus vecinos actuar ante una situación de emergencia ha levantado cierta polémica en las últimas semanas, quizás por vincularlo al problema sanitario existente en una zona concreta, la de Barruelo de Santullán, en Palencia. Sin embargo, este proyecto, en el que se está trabajando para implantarlo de forma piloto en octubre, no tiene nada que ver con la problemática de la falta de médicos, de servicios de guardias y demás carencias que padecen las zonas básicas de salud de Castilla y León. Y esa afirmación no la dice cualquiera, sino las dos personas que están detrás de la idea, que ha asumido la Consejería para implementar los recursos sanitarios en el medio rural, pero nunca para suplir a los profesionales de la sanidad, aclaran sus ideólogos.

 ¿Y quiénes están detrás de esta iniciativa? ¿Qué implica? ¿Quién se beneficiaría?. Antonio Cabezón, médico del Centro de Salud de Lerma, y Borja Rosales, de la Asociación para el Desarrollo de Tierra de Lara, son los nombre propios que han ideado el proyecto ‘Tayma. Te ayudo y me ayudas’ que implica la creación de una red de voluntarios de primera intervención que funcionarían en entornos concretos del medio rural.Ambos llevan dos años dando forma a una idea que surge del propio Rosales, conocedor de la realidad en la que viven las pocas y mayores personas que residen en su comarca, situación extensible al resto del territorio castellanoyleonés y de la llamada España Vaciada. Y de una sola pregunta o dos como mucho, surge la innovadora idea: ¿Qué pasa con la gente que vive sola en los pueblos con una edad avanzada? ¿Qué sucede cuando a esa personas les pasa cualquier percance o incidente?.

La respuesta suele ser que los hijos le trasladan a la ciudad donde viven ellos o a una residencia de ancianos.De esa realidad, de esa soledad, de la que aunque no quieran tienen que huir las personas mayores surgió el plan de Rosales, en el que involucró a Antonio Cabezón. Una vez madurada la idea y plasmada en un documento base, la presentaron hace unas semanas a la consejera de Sanidad. Además, últimamente, están siendo requeridos en congresos y foros en torno a la despoblación para exponerla. En este sentido, Cabezón y Rosales explican que está siendo muy bien acogida por alcaldes y responsables del resto de autonomías, y que la Junta está dispuesta a asumir el proyecto. De hecho, la próxima semana presentarán en la Consejería el plan definitivo y plantearán las zonas en las que sus promotores entienden que podría iniciarse el proyecto piloto.    Rosales matiza que el proyecto va más allá del aspecto sanitario. Él habla más de un concepto global, socio-sanitario, asistencial y, sobre todo, solidario, que implica dar seguridad a esas personas mayores que quieren seguir en sus pueblos y darles calidad de vida. Así, definen ‘Tayma’ como un proyecto comunitario que prevé la creación de una red de equipos de voluntarios de primera intervención sanitaria "que no pretende suplantar ningún tipo de línea de atención sanitaria en ningún pueblo, ni que la gente haga el trabajo de un médico o enfermero, sino que pretendemos recuperar el espíritu solidario que existía antes en los pueblos, cuando un vecino ayudaba al de al lado si le pasaba algo, "primero la ayuda, la atención y después, si la situación lo requería, el aviso o el traslado al centro de salud o a urgencia".

 

CONCRETAR LOS DISPOSITIVOS. Esa es la filosofía de Tayma, que, en todo caso, se tiene que concretar en el aspecto técnico, con la elección del dispositivo más adecuado para ofrecer a las personas mayores, dispositivo que bien sea pulsera, reloj, colgante u otro sistema llevará incorporado un geolocalizador que alerte a un equipo de voluntarios de no más de 5 personas del entorno de la incidencia, adscritos al usuario del dispositivo para poder recibir el aviso de emergencia. La respuesta no debe sobrepasar los 10 minutos, aseguran, que es el tiempo que un ictus, por ejemplo, requiere para una primera intervención. "El problema es cuando sucede algo en la casa del vecino y no te enteras. Por muchos médicos que tengamos, si no te enteres, no se puede ayudar", aclara Rosales que añade que esa red de voluntarios de primera intervención recibirán formación en primeros auxilios, reanimación cardio-vascular y manejo de desfibriladores.Rosales y Cabezón plantean dos posibles tipos de implantación del sistema de geolocalización. Uno, en localidades que ronden los 200 vecinos y una segunda que abarque una zona aislada de pequeñas granjas o pueblos. En estos momentos, Rosales y Cabezón estudian con diversas empresas tecnológicas el desarrollo del tipo de sistema que será más operativo para esos entornos rurales especiales donde se implantaría, tanto el del  usuario como el del receptor teniendo en cuenta, por otra parte, que en muchas zonas no hay cobertura de telefonía móvil e internet.