Memoria Callejera burgalesa

L. Sierra / Burgos
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Hay vías aún con su nombre original y otras que se han adaptado a los nuevos tiempos, pero todas cuentan la historia de la ciudad

Son muchos los que dicen que uno puede adivinar la historia de la ciudad solo con pisar sus calles y atender a la historia de las mismas. Burgos cuenta con un amplio callejero compuesto por más de 600 calles, avenidas, paseos, parques y plazas. Todas tienen el cometido de nombrar rincones para facilitar el tránsito a viandantes y la vida a quienes tienen que hacer llegar la correspondencia a los hogares. 
Se desconoce el nombre de la calle más antigua de la ciudad, pero los anales la sitúan en el entorno de la Catedral de Burgos. Entre las más modernas se encuentran la calle que recuerda al guardia civil Carlos Sáenz de Tejada y la figura del escritor Jorge Villalmanzo, además de la glorieta Juan Gil y la que evoca la figura del empresario Jesús Echevarrieta.
La memoria callejera de Burgos se remonta al momento de la creación de la ciudad, concretamente en el año 884. En aquella época comenzó a gestarse y expandirse una ciudad que hoy cuenta con cientos de calles en las zonas centro, norte y sur, y en barrios tan poblados como los de Gamonal, Villímar, San Cristóbal y Villatoro. 
Como dato destacado cabe decir que, según las fuentes consultadas, la ciudad de Burgos llegó a tener varios nombres para algunas de sus calles, y no fue hasta la Ilustración cuando se decidió contar con placas para oficializar la designación de las vías y calles de las ciudades españolas.
La Plaza Mayor de Burgos, emblema y testigo de la historia de la capital castellana, es un claro ejemplo del devenir de los tiempos. Según los datos consultados en la obra de Carlos Conde Díaz, la antigua plaza del Mercado Menor, también se denominó tiempos atrás Plaza Real, Plaza de la Constitución, Plaza de la República y Plaza de José Antonio Primo de Rivera. Lo mismo sucede apenas unas calles a la derecha, hacia la Plaza del Rey San Fernando. Este espacio, conocido por turistas y visitantes por ser la plaza que da acceso al templo gótico más venerado de la provincia, fue conocido también como la Plaza del Sarmental y la Plaza del Duque de la Victoria.
En el primer caso, el nombre de Plaza del Sarmental lo recibió debido a que la construcción del arzobispado impedía el tránsito por toda la plaza y solamente daba acceso a la puerta del Sarmental de la catedral burgalesa. Por su parte, el apelativo del Duque de la Victoria se debe a los honores que la ciudad de Burgos rindió al general Espartero en tiempos del reinado de Isabel II. La plaza se encuentra hoy en día dedicada al rey Fernando III El Santo, con cuya protección se construyó el templo en 1221.
 
Personajes ilustres.
Si hay algo que mantienen todas las calles de buena parte del mundo, es el recuerdo a algunos de los personajes más ilustres de la urbe. En Burgos son muchas las personas que tienen una calle y un legado callejero. Entre otros, destacamos la presencia de las calles: Nuño Rasura, Laín Calvo, Almirante Bonifaz, Cardenal Segura, Eduardo Martínez del Campo, Antonio Cabezón, y la de literatos como Juan Ramón Jiménez, Azorín, Federico García Lorca y José Zorrilla.
Con sello burgalés se rubrican la Plaza del Mío Cid en recuerdo al héroe burgalés por antonomasia; la calle Divino Vallés que recuerda la figura de Francisco Divino Vallés, un burgalés nacido en la localidad de Covarrubias quien fue el mayor exponente de la medicina en tiempos del Renacimiento así como el médico de cámara de Felipe II; así como la calle que recuerda las hazañas del Cura Merino durante la contienda con las tropas napoleónicas. Asimismo, otros burgaleses «de pro» tienen un rinconcito de su tierra como es el caso del que fuera el director de Diario de Burgos en la segunda mitad del siglo XX, Esteban Sáez Alvarado y los padres Diego Luis de San Vitores, Silverio y Aramburu. Apartado especial tiene el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente que mantiene un parque con su nombre en el barrio de Gamonal donde hasta hace apenas unos años estuvo un busto para recordar la figura del pozano.
 
Legado franquista.
En el año 1999, bajo la batuta del alcalde socialista Ángel Olivares, la ciudad de Burgos cambió el nombre de las diecisiete  calles con referencias franquistas. A partir de 2001 la Plaza Mayor dejó de denominarse Plaza de José Antonio; la Plaza de la Libertad dejó de llamarse Plaza de Calvo Sotelo; la Avenida del Generalísimo pasó a llamarse Paseo de la Isla, mientras que la calle General Mola tornó a calle del Progreso, un nombre que recibió en siglos anteriores.
Del mismo modo, la calle Defensores de Oviedo cambió a llamarse calle Oviedo; la avenida General Vigón cambió a Avenida Cantabria; la Avenida General Sanjurjo pasó a llamarse Avenida Arlanzón; y la calle Queipo del Llano es hoy la calle Entremercados. También se quitó la avenida del General Yagüe que es hoy conocida como Avenida de la Paz; la calle 18 julio como calle de La Concordia, y la calle General Dávila, actual Federico Olmeda.
En el tintero está dar alguna calle el nombre de Juanito, el mítico futbolista que militó en el Burgos C.F., o el fotógrafo burgalés más internacional, Félix Ordóñez.