¿Existiría la mona lisa si Da Vinci fuera influencer?

I.M.L. / Aranda
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Esta es la reflexión del último trabajo pictórico de Silvia Flechoso, en el que la artista arandina plasma la ansiedad que produce no poder dedicarse al 100% a la creación como los clásicos

La artista arandina Silvia Flechoso ha participado con esta reflexión pictórica en la 19 edición de Art Madrid. - Foto: Carmen Parreño

De la búsqueda de los quince minutos de fama, la sociedad ha pasado a la sobreexposición en redes sociales. Si no acumulas seguidores y 'me gusta' da la impresión de que no eres nadie. Sobre esa esclavitud de la presencia en el mundo virtual y sus consecuencias para el acto de la creación artística reflexiona Silvia Flechoso en su último proyecto, en el que plasma en autorretratos y recreaciones de perfiles de redes sociales de grandes nombres del Arte las consecuencias que puede tener la dedicación a esos escaparates virtuales.

La artista arandina alimenta a diario el contenido que ofrece a sus seguidores en redes sociales, pero se cuestiona si esa labor es compatible con la creación artística. «Hoy tu trabajo no vale por sí mismo, sino que su valor se mide más por el número de seguidores que tiene tu cuenta o el alcance de tus publicaciones. El 90% de mi tiempo lo paso en redes sociales y sólo el 10%, si no es menos, investigando y creando obra», reconoce su día a día Silvia Flechoso, que confiesa sentirse «esclava de las redes sociales».

El hecho de no poder dedicarse de lleno a crear le causa ansiedad, asegura Flechoso. «Para alcanzar un nivel hay que mantener un trabajo continuo, si esa labor se rompe, no se logra alcanzar ese punto de ebullición necesario para crear», explicando que realizar las fotos y vídeos para las redes sociales es ese cubito de hielo que rompe el punto de ebullición. Su proyecto, que ha presentado en la 19 edición de la feria Art Madrid bajo el título An Artist Selfie (Un artista selfie), trae a la actualidad a grandes de la Historia del Arte como Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel, creándoles perfiles en redes sociales. 

«Los cuadros se presentan como una pregunta, ¿qué pasaría si los grandes artistas hubiesen tenido que producir contenido para redes? ¿Lo habrían realizado? ¿Habrían trascendido? Ellos, los grandes genios, dedicaban todas las horas del día a su trabajo y de ahí sus incomparables creaciones», explica Flechoso.

En el planteamiento expositivo, los visitantes a la feria que se acercaban al expositor de la galería Ineditat podían asomarse a los perfiles de los creadores de la Mona Lisa y de la capilla Sixtina, con algunas de sus grandes obras recreadas por la artista arandina en miniaturas, colocadas a los lados de una composición de autorretratos de Silvia Flechoso, con logotipos de estos escaparates virtuales en vez de ojos.

El trabajo de esta artista arandina no deja indiferente a nadie. Sus creaciones invitan a quien las observa a reflexionar, a pensar más allá de la composición o la elección de colores, son cuadros que reflejan ideas, preguntas, declaraciones de intenciones o búsquedas aspiracionales de quien las firma que comparte con el público para avanzar en el arte, mirado desde el punto de vista del emisor y del receptor. Lo que le hace tener una visión diferenciadora de la creación, sea sobre lienzo o sobre la partitura.

Tras exponer este trabajo, Flechoso está inmersa en la preparación de una exposición individual que se podrá visitar este mes de mayo en Madrid. En ella, sigue fiel a su línea de elección transgresora de los motivos gráficos y su uso metafórico. En esta ocasión su intención es reflexionar sobre el camino del artista y, para ello, ha tomado la tauromaquia como recurso estético. Pero no toda, se ha centrado sólo en las cogidas más llamativas de los últimos años.

«Yo entiendo el arte con una función transformadora, no decorativa, pero toda transformación lleva aparejado el dolor, de ahí que haya que tener siempre presente la muerte para vivir la vida», es como resume Silvia Flechoso parte del proceso de reflexión que hay detrás de su nuevo proyecto expositivo, en el que ese dolor se identifica con esas cogidas de los toreros más renombrados de los últimos años.

De esta forma, la creadora arandina es capaz de saltar de las redes sociales a la recreación más dolorosa de los grabados taurinos de Goya, a la búsqueda de lanzar preguntas a quienes observan su obra. Porque sus cuadros son algo más que formas y colores, son un cuestionamiento a la propia vida de su autora.