Está recogido en el Estatuto de los Trabajadores y es el derecho a suspender el contrato por parte del empleado por un tiempo delimitado y por diferentes causas. Una de ellas es la que se refiere al cuidado de un hijo o de un familiar enfermo o dependiente y en algunos casos constituye una herramienta que facilita la difícil tarea de la conciliación entre la vida personal y la laboral. Pero tomarse una excedencia con este objetivo (las hay de otra índole) no es nada habitual y más bien una rareza: el año pasado en la provincia de Burgos apenas lo hicieron 531 personas, de las que el 88% (469) fueron mujeres, tal y como revela el Plan Estadístico de Castilla y León, que ofrece estas cifras de forma trimestral y en el conjunto del año desde 2008.
Con estos números se puede comprobar que se trata de una decisión que en el tiempo se mantiene como minoritaria y altamente feminizada, como los cuidados en general. En los últimos diez años solo en dos ocasiones (2019 y 2020) estas suspensiones de contrato han superado las 600 e incluso en otros dos años, 2014 y 2021 han bajado de las 500. El número de varones que han optado por dejar temporalmente su trabajo para cuidar niños o mayores resulta variable y aunque con el tiempo se ha ido incrementando -desde los 24 que lo hicieron en 2015 hasta los 144 del año 2022, la cifra máxima- sigue siendo bastante excepcional, probablemente porque, en general, suelen cobrar más que las mujeres y a la hora de prescindir de un sueldo se opta por el menor. En total, entre 2014 y 2024 se cogieron una excedencia 6.205 personas, 5.519 mujeres (el 89%) y 686 hombres.
¿Cuáles son las causas de este escaso predicamento que tiene la medida? La mayoría de las personas que se plantean que por un tiempo su vida profesional no les ocupe la totalidad de su tiempo prefieren solicitar una reducción de jornada, reconoce Henar Paredes, hasta hace una semana responsable del Área de Mujer de Comisiones Obreras en Burgos y actualmente en funciones, porque penaliza menos la economía -obviamente, la excedencia supone dejar de cobrar todo el sueldo- y también la carrera profesional. Sobre todo en el caso de las mujeres existe el temor de no poder cumplir a la vuelta sus expectativas de desarrollo profesional. En algunos casos, además, han conocido experiencias no muy gratas según las cuales tras disfrutar de una excedencia no se han cumplido por parte de las empresas los compromisos de reserva de las mismas circunstancias anteriores a su marcha.
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