Vivir de las rentas

Carlos Cuesta (SPC)
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La Agencia Tributaria diferencia los ingresos de los contribuyentes a la hora de hacer la declaración con Hacienda gravando hasta el 45% en el caso de las ganancias por IRPF frente a los beneficios patrimoniales, que pagan un 23%

Vivir de las rentas

Una de las preguntas que más se hace la gente trabajadora es por qué los millonarios españoles no son los que mayor presión fiscal tienen al hacer su declaración anual en la Agencia Tributaria. La respuesta radica en el origen de los ingresos, puesto que la forma en la que obtienen sus beneficios es muy diferente a la de la mayoría de la población que menos gana, que proviene, principalmente, de las rentas del trabajo. Es decir, la mayoría vive de un sueldo, una pensión, cobran el paro,... frente a la clase más solvente que lo hace mayoritariamente de los devengos del capital, que incluyen los rendimientos de su patrimonio, inversiones como alquileres, dividendos, fondos de inversión, y otras partidas de las actividades económicas que gestionan.

El sistema fiscal español diferencia las rentas generales por IRPF, también conocidas como del trabajo, al ser la nómina el origen más habitual de los ingresos, lo que incluye también prestaciones sociales, desempleo o pensiones, de las ganancias del capital, que proceden de rendimientos de inversiones, intereses, dividendos o bienes patrimoniales. 

Estas dos clases de beneficios tributan ante Hacienda de manera diferenciada. Las más habituales, las del IRPF, tienen una fiscalidad mayor que las del capital. Así, quienes más ingresan por esta partida pagan hasta un 45% por el tramo mayor de ingresos de renta general, frente a un 23% en el caso de las rentas del capital.

En este sentido, a las retenciones por IRPF que van desde 12.450 hasta 20.199 euros se aplica el 24%; desde 20.200 hasta 35.199 euros el 30%; desde 35.200 hasta 59.999 euros el 37% y de 60.000 hasta 299.999 euros un 45%. 

Así, por ejemplo, si un contribuyente ingresa por su sueldo como alto directivo tres millones de euros en un año, pagaría aproximadamente 1,3 millones en impuestos en el IRPF, pero si la misma persona hubiera obtenido todos sus ingresos del capital y patrimonio, la factura le saldría por cerca de 700.000. Y en el caso de que tuviera ambas rentas de IRPF y capital, pagaría lo mismo -dos millones-, puesto que Hacienda diferencia ambos conceptos.

Los economistas consideran que este sistema dual del tributo, que grava más las rentas del trabajo que las de las inversiones, beneficia a aquellas personas que dependen más de los ingresos del capital, fundamentalmente el 0,01% más rico de España.

Para atajar esta gran diferencia, el Gobierno implementó a partir de la declaración de 2021 la creación de un nuevo tramo del 47% para aquellos que declaran más de 300.000 euros por rentas del trabajo y del 26% para quienes ingresaron más de 200.000 euros por rentas del ahorro.

Esta ruptura de la progresividad de la declaración de la renta para el 0,01% es una realidad desde hace al menos 20 años. 

 En un análisis publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) se evidencia cómo las familias con mayores ingresos, específicamente los 189.000 hogares más acaudalados, disfrutan de un tipo efectivo de impuestos significativamente inferior al que enfrenta el 20% más pobre de la sociedad. Este grupo más privilegiado contribuye a las arcas del Estado con un 23%, en contraste con el 35% que recae sobre los que viven básicamente de un salario.

Las mayores distorsiones que se producen en España, según los analistas, se deben al efecto de los impuestos indirectos que, a su juicio, se comportan de manera regresiva, y en especial al IVA, las rentas del capital en el IRPF y las cotizaciones sociales.

Reforma

Ante esta evidente diferencia que favorece a los más acaudalados, los economistas hablan de la necesidad de una reforma fiscal que reduzca la alta presión fiscal que actualmente soportan la clase media y baja, así como que se corrija la desigualdad de la regresividad en tributos como el IVA. 

En este contexto, se habla también de deflactar el IRPF para que Hacienda no castigue las subidas de los tramos que se producen por la inflación y que, incluso, se controlen en favor de los trabajadores los incrementos récord de recaudación que obtiene el Estado por las subidas provocadas por la alta inflación de los últimos años.