Los grandes PERTE industriales, es decir, los grandes proyectos estratégicos impulsados por la Unión Europea para la recuperación y transformación económica, han financiado en los últimos 4 años a apenas una docena de grandes industrias burgalesas y han pasado de largo por la mayoría de las pymes de la provincia. Es un balance local pobre e inesperado para unos planes que despertaron una gran expectación al estar dotados de miles de millones de euros en subvenciones y préstamos, aunque los proyectos favorecidos son estratégicos para el futuro de Burgos.
Se han otorgado más de 30 millones de euros en préstamos y subvenciones -la cantidad exacta es muy difícil de calcular pues hay muchos proyectos consorciados entre empresas- para desarrollar diferentes ámbitos del coche eléctrico y conectado y sus componentes, principalmente, las baterías, los planes de descarbonización de las empresas, la industria del microchip, el hidrógeno verde o la economía circular, como la reutilización de materiales para minimizar su impacto medioambiental.
Son programas, la mayoría, que no tendrán un reflejo inmediato en empleo y mejora de la capacidad de las empresas implicadas, pero que serán claves para un futuro próximo en el que imperará la movilidad eléctrica -la esperada fabricación en serie de coches eléctricos- y las energías más sostenibles en todos los procesos productivos.
Dicho esto, las empresas beneficiadas por los PERTE, como Benteler, Antolin, Hiperbaric o Aciturri, reconocen que han hecho el «enorme» esfuerzo de gestión para su obtención con el objetivo de ganar en competitividad y conocimiento, para poder competir en un entorno industrial internacional que se augura muy cambiante y competitivo en el futuro, explican desde la dirección de las compañías.
El PERTEVEC, el más popular, ha agotado ya los fondos directos en los proyectos estrella de las grandes multinacionales del automóvil instaladas en España (para las que trabaja la industria de componentes local). Estas corporaciones se han dotado de cientos de millones de euros para afrontar su transformación a la movilidad eléctrica, un proceso cargado de problemas, que ha ralentizado alarmantemente la producción industrial en España, cuyos plazos están en continuo cuestionamiento desde Bruselas y en un contexto geopolítico de grandes incertidumbres.
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