Un torero lleno de contrastes

DIEGO PÉREZ LUENGO / Burgos
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El novillero sin caballos Eduardo Ruiz de Velasco nació en Burgos, se fue de niño a Madrid, estudia en San Sebastián y esta temporada ha cortado una oreja de peso en Sevilla

El burgalés debutará en la provincia de Burgos el día 16 en Salas de los Infantes. - Foto: BMF

Dice que persigue el toreo lento, pero le ha costado que su familia le dejase buscarlo. Nació en Burgos, pero de niño se fue a Madrid y parte de su familia respira el arte andaluz. Estudia en San Sebastián y hace malabarismos para entrenar en la capital española con el maestro Uceda Leal. El año pasado ganó la segunda edición del certamen Memorial Iván Fandiño en Bilbao y esta temporada ha cortado una oreja de peso en Sevilla. Su nombre es Eduardo Ruiz de Velasco y es un novillero sin picadores que desarrolla su carrera entre contrastes.

En Burgos vive su familia materna, por eso vino al mundo a orillas del Arlanzón pero sus ganas de ser torero nacen lejos de aquí, concretamente en Madrid, donde se fue por razones laborales de sus padres. Desde allí empezó a acudir a la ganadería de Ana Romero hasta que a los 8 años tuvo su primer contacto con una res brava. «Era en una comunión, cogí la muleta y le di cuatro o cinco pases de pecho a una becerrita que era igual de alta que yo», recuerda Ruiz de Velasco.

A partir de ahí le entra el veneno del toreo. Lo vive como un juego pero su madre intenta quitárselo de la cabeza. «Algunos días no encontraba los trastos de torear por casa», reconoce entre risas. En esa época deja de ir tanto a los toros por la marcha de su padre hasta que puede ir él solo a la plaza. En esos círculos conoce a su primer 'profesor', el matador Javier Portal. «Él me enseña técnica del toreo y empiezo a ir al campo».

Pero llega el momento de buscar un lugar donde estudiar y «tras varias discusiones» se decide que vaya a San Sebastián a hacer ingeniería biomédica. «Tuve que plantarme el segundo año de carrera y decir que si no toreaba no seguía». Después de su órdago se apunta a la escuela taurina de Palencia y acude los sábados a las clases. Los viernes entrena con un grupo de jóvenes en Santander y, aprendiendo de las enseñanzas que le va dejando el camino, se le presenta la oportunidad de torear en Bilbao.

«Bilbao es seriedad, la plaza es enorme e impone hasta el color negro del ruedo», declara el joven novillero. Pero en Vista Alegre es capaz de vencer al pánico escénico y no solo sale a hombros, si no que además se proclama ganador del II Memorial Iván Fandiño. «En el norte hay muy buena afición y, aunque miden mucho saben reconocer y entregarse cuando ven que las cosas están bien hechas», apunta.

Lo mismo dice que pasa en Francia, donde ha debutado a principios de temporada. Concretamente fueron las puertas de la plaza de Mont de Marsan las que, junta a muchas otras, se le abrieron cuando pegó el puñetazo encima de la mesa en Bilbao. «En la provincia de Burgos voy a debutar el 16 en Salas de los Infantes y estoy muy ilusionado». Allí contará con la presencia de su abuelo materno que, tras muchas reticencias a que se dedicase a esta profesión, por fin «quiere que le cuente cosas del mundo del toro. Él se ha recorrido las plazas de España y sabe lo que es esto», reconoce Ruiz de Velasco.

Una de las tardes que guarda con especial cariño en la memoria es la de Sevilla, donde cortó una oreja con fuerte petición de la segunda. A Bilbao llegó con la inexperiencia de apenas haber podido matar algunos novillos. En Sevilla apuntaron su nombre. Las crónicas cuando se refieren a él lo hacen como el burgalés, algo que, según él le llena de orgullo. «Considero que Burgos es mi tierra».

A día de hoy entrena con el gran maestro Uceda Leal mientras trata de compaginar sus estudios. Su familia ha tenido que aceptar que quiere dejar huella en el toreo y él va camino de hacerlo. Ya está en boca de los aficionados, ve al también burgalés Jarocho como ejemplo y escucha como toreros a los que admiraba desde el tendido le dicen que continúe así. Eduardo Ruiz de Velasco es un joven novillero de contrastes, pero apunten su nombre porque viene pisando fuerte.