«De pequeña nunca me imaginé que me pagarían por cantar»

DIEGO PÉREZ LUENGO / Burgos
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Trabajos de verano (VI) | La cantante Ruth Contreras lleva dos años disfrutando de versiones del rock sobre los escenarios. Va de pueblo en pueblo y se queda con las miradas de los niños a los que inspira

La cantante Ruth Contreras lleva dos años disfrutando de versiones del rock sobre los escenarios. Va de pueblo en pueblo y se queda con las miradas de los niños a los que inspira. - Foto: Miguel Ángel Portilla

Sin las fiestas de los pueblos el verano sería como un atardecer nublado, como una piscina sin agua o un partido de fútbol sin balón. Y para que la fiesta se pueda considerar como tal es necesario que la música haga acto de presencia. Ruth Contreras canta en la orquesta Garden y se pasa desde mayo hasta agosto subida a los escenarios. El ritmo cansa y muchas veces tiene que sacrificar el ver a su familia o amigos, pero hace lo que la gusta y lo que soñaba cuando era pequeña. «No me imaginaba que me pagarían por cantar». 

A Contreras la va el rock, de hecho ha encajado en una orquesta a la que algunas veces la dicen que parecía que les habían llevado con su repertorio al Viña Rock -festival emblemático de este estilo-. «A la gente la sorprende mucho algunas de las canciones que tocamos». Ella confiesa que uno de los momentos en los que mejor se lo pasa es cuando cantan el tema de Oso Panda y sale disfrazada de este animal. «Aprovecho para saltar y jugar con mis compañeros, a veces se me olvida que estoy trabajando».

Lo de esta joven cantante y su vinculación con la música no es algo pasajero, desde muy pequeña cantaba y últimamente lo hace para un público que «da igual si hay muchas personas o pocas debajo del escenario, se siente mucha felicidad porque tú estás cantando y la gente canta a su vez contigo». Reconoce que en un futuro la gustaría dedicarse profesionalmente a algo relacionado con este arte y por eso cuando acabe la temporada de bolos se irá a Madrid para tratar de emerger con un talento con el que ya está componiendo canciones. «Estoy grabando con un amigo que es productor y ya tengo escritas algunas letras».

Mientras tanto el agosto lo ocupa compaginando carretera y descansos. Desde hoy y hasta el día 31 no va a parar ni un solo día y va a llegar con su equipo a localidades de Navarra, Ávila o Zamora para acabar en Burgos, ciudad donde actuó en los pasados Sampedros. «Lo peor de este trabajo es el miedo que tienes a ponerte mala y no poder cantar, además en Burgos con el frío que hace corres más riesgo de coger un resfriado». Al ganarse la vida con el micrófono Ruth Contreras tiene que estar muy pendiente de su voz.

Admite que su labor es «sacrificada» pero es algo que «nos gusta hacer». Cuando muchos duermen, ella está dándolo todo para que la fiesta no decaiga en los lugares en los que toca, pero los horarios son una cuestión en la que funciona al contrario que el resto. «Cuando tengo bolos me tengo que poner el despertador» declara, y a partir de ahí empieza una rutina en la que el cansancio hace mella y la vida social se reduce. Por suerte tiene a su madre para peinarla y que vaya con el mejor aspecto a los conciertos, y una de las cosas que más la llena son las miradas de los niños a los que inspira.