«Sin mi hija, la única paz que me queda es la justicia»

P.C.P.
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Lidia García prometió a su pequeña en sus últimas horas que su muerte sin diagnóstico y sin tratamiento no se olvidaría y vuelca las fuerzas que saca de su memoria en ello. «No voy a parar ni aunque la Fiscalía no me apoye»

Lidia García, con dos fotos de su hija. - Foto: Luis López Araico

Su teléfono no cesa de sonar, pero al otro lado nunca escucha la voz que a ella le gustaría. Ni la de Lidia, ni la de quienes considera responsables de que falleciera a los 22 años «sin oportunidad de luchar» contra el tumor que un día le empezó a dar fuertes dolores de cabeza y que en dos meses acabó con su prometedora vida. «A mi hija no me la van a devolver, así que lo único que puede darme paz es justicia. No quiero dinero, solo que me pidan perdón», afirma una madre rota por el dolor.

Nadie de la Consejería de Sanidad ni del Hospital Clínico se ha puesto en contacto aún con esta vecina de Melgar de Fernamental para explicarle si su caso se va a investigar o al menos para decir que comprenden su dolor. Sí la arropan su familia, los vecinos de la villa burgalesa y las decenas de medios de comunicación -hasta en Portugal- que se han hecho eco de una historia ante la que es imposible no sentir al menos compasión. Lidia González tenía 22 años, murió el pasado 12 de julio en el Hospital Universitario de Burgos, víctima de un voraz tumor cerebral que le habían detectado dos meses antes en Valladolid. Se fue esperando que los patólogos le pusieran «nombre y apellidos» a ese cáncer para poder iniciar un tratamiento, que nunca llegó, y con la promesa de su madre de que iba a luchar por que su caso no cayera en el olvido. «Lo hablamos y le dije: ‘no te preocupes que esto no se va a quedar así. Luego se quedó dormidita», explica entre sollozos.

(Testimonio completo, en la edición de papel de Diario de Burgos de este sábado)