C. Tangana es de ir acompañado. Ayer, en concreto, 34.000 almas y una banda compuesta por otro buen puñado de músicos dieron buena cuenta de un espectáculo que apabulla por su mezcla musical, su ritmo y su energía. Más aún cuando el público se pone de su parte como sucedió en Aranda de Duero. El resultado está claro: un concierto trepidante, a la par que original en el que Pucho, con traje azul grisáceo, camisa de tirantes y gafas de sol, por momentos se desenvolvía cual gánster. A alguno le parecía asistir a una película en directo. Pero era muy real.
El madrileño montó una fiesta en la que, como si estuviera en su propia casa, ejerció de anfitrión. Empezó tomándose un tequila. Tras gritar «¡Viva México, cabrones!», continuó hablando con el camarero, fuegos artificiales de color verde mediante. Sentados a su vera, los Carmona, La Húngara o El Niño de Elche. Con ellos entonó algunos de sus grandes éxitos, desde Ateo a Ingobernable o Demasiadas mujeres. También versionó Luces de bohemia, No estamos locos o Mala, malita, mala. Hubo hueco hasta para marchas de Semana Santa. E, incluso, la Campanera. Todo con un porrón sobre la mesa.
(Más información de la jornada del sábado del Sonorama Ribera en la edición impresa de Diario de Burgos)