Quien más o quien menos se ha llevado la mano a los bolsillos al ver las colas de los ahorradores ante las puertas del quebrado Silicon Valley Bank o al escuchar al presidente Biden llamar a la calma -qué cosa puede dar más miedo- a los impositores de la gran potencia. Estados Unidos y Suiza quedarán lejos (geográfica, que no financieramente) pero muchos burgaleses aún tienen frescos los recuerdos de la crisis de las hipotecas, la desaparición de las cajas de ahorros locales y los años de los desahucios de viviendas y los concursos de acreedores de empresas.
Ramón Sobremonte también, pues le tocó dirigir Caja Rural de Burgos durante aquella histórica tempestad -que no se parece ni de lejos a la de los últimos días- y ahora le toca cumplir con toda la exigente regulación nacida de aquellos males, que el Banco Central Europeo (BCE)impone a toda la banca de su órbita, sea cual sea su dimensión. Esta cura en salud permite ver con otros ojos lo que está ocurriendo en Estados Unidos y en Suiza, algo que preocupa, pero no llega a mayores, a menos, a día de hoy.
Este economista de profesión y de vocación, amante de la gestión del día a día y también de la evolución histórica de los mercados financieros y todas sus implicaciones, saca una conclusión de esta semana de vértigo: «Las crisis se pueden gestionar» y se explica.
Se están sucediendo dos crisis en dos mercados financieros, el norteamericano y el suizo, «muy diferentes a los de la Unión Europea, por su estructura, sus actores y, sobre todo, por su regulación y supervisión».
En Estados Unidos quebraron primero tres bancos, el Signature Bank, el Silvergate Bank y el Silicon Valley Bank. Los dos primeros son «muy pequeños y están muy especializados en el ámbito de las criptomonedas» y el tercero, de una mayor dimensión, «no es un banco comercial, sino especializado en la financiación del capital riesgo de las startups tecnológicas». El saldo medio de sus clientes era de 4,5 millones de dólares...
La reacción de la Fed, del banco central norteamericano, ha sido muy distinta a la del año 2008. «Entonces dejó caer a Lehman Brothers, aplicando su idea de capitalismo salvaje, lo que generó todo lo que pasó. La Fed aprendió lo que no se puede ni se debe hacer y ahora ha actuado rapidísimamente para poner cortafuegos, como los programas de financiación bancaria a plazo y ha asegurado el cien por cien de los depósitos».
Parece que la calma había vuelto cuando a mediados de semana la entidad suiza Credit Suisse se desplomó en Bolsa y requirió un rescate urgente. «En este caso es un banco europeo, pero el supervisor y regulador es el Banco Nacional Suizo, no el Banco Central Europeo. Además, arrastraba dificultades desde hace mucho tiempo y su situación era conocida. De hecho, a finales de 2022 tuvo que presentar un plan de reestructuración de sus negocios y hacer una ampliación de capital».
En este caso, subraya el economista burgalés, tampoco estamos ante un banco comercial al uso, de los que abren depósitos a los clientes, firman hipotecas o dan préstamos. «A diferencia de los americanos quebrados, este sí es un banco sistémico con cuatro negocios muy diferenciados: la banca de inversión (que es la que está dando los problemas), la banca patrimonial, la gestión de activos y la banca comercial en sí». El pasado año perdieron 7.400 millones de euros y su cotización no ha dejado de bajar.
«Su principal accionista, el Banco Nacional Saudí, ha dicho que no le da un euro más, aunque el Banco Nacional Suizo les ha puesto sobre la mesa 50.000 millones para que no genere ningún riesgo sistémico».
El viernes se conocía otro rescate, el del First Republic Bank, al que la gran banca norteamericana ha inyectado 30.000 millones de dólares para evitar que siga el camino de Silicon Valley Bank, Signature Bank y Silvergate Bank. «El mensaje ha sido contundente para defender los depósitos de los clientes y para evitar riesgos mayores».
«No estamos en 2008». Lo ocurrido esta pasada semana son, en principio, casos «particulares». Las entidades financieras que operan en Burgos (y en el resto de la UE)están sujetas a una regulación diferente, la del BCE, «que es muy rigurosa, algo que ahora se agradece».
«Esto no es 2008», subraya Sobremonte en referencia a la crisis que llevó a la desaparición del 50% del sistema financiero y de las cajas de ahorros. «Entonces había activos hipertóxicos por todo el mundo, con una pésima calidad crediticia, y los bancos centrales actuaron de forma totalmente diferente a la de ahora».
El director de Cajaviva-Caja Rural confirma que los balances bancarios están ahora «más limpios y tienen unos estándares de liquidez y de solvencia muchísimo más altos que en 2008».
Las imágenes de los telediarios no han llegado a reproducirse en las oficinas bancarias de Burgos, aunque la semana sí se ha notado -y de qué manera- en los mercados financieros y los bolsillos de los inversores.
La situación creada tampoco es buena para las empresas, «genera más incertidumbre de la que hay y paraliza inversiones... El riesgo desaceleración está ahí».
Paradójicamente, esta crisis ha amortiguado las subidas de los tipos de interés, tan vitales para fijar el precio de las hipotecas, «aunque alguna subida más habrá, pero más bajas» (el jueves subieron otro medio punto). El euríbor, la principal referencia hipotecaria, ha caído del 4% al 3,5% con esta inestabilidad, «lo que matizará las revisiones de los préstamos».