Cardeñuela Riopico ha cumplido varios sueños, todos ellos encaminados a salvar el retablo de la iglesia de Santa Eulalia de Mérida, una obra de Felipe de Bigarny, fechada entre 1526 y 1529, y que el pueblo adquirió a la Diócesis por 1.500 reales en 1750, ya que formaba parte de la capilla de la Presentación de la Catedral. El esfuerzo del Ayuntamiento y de la Asociación Santa Eulalia Pro Retablo está dando sus frutos para alcanzar la cantidad necesaria para recuperar las tablas del maestro; primero fueron rifas, lotería, venta de productos, la campaña de crowdfunding, que no resultó como se esperaba, y finalmente, una aportación de la Fundación VIII Centenario de la Catedral, vital para que el retablo esté ya en el taller en proceso de restauración.
Antes de la covid, la asociación vecinal había organizado la exposición de muñecas. Se retrasó por la pandemia, pero finalmente se ha hecho realidad y se puede ver ya en el Teatro Principal hasta el 17 de enero próximo. Su objetivo no es otro que sumar fondos para el proyecto de restauración de la importante obra de Bigarny.
Las muñecas expuestas pertenecen a vecinos, amigos y conocidos del pueblo que las han cedido de forma generosa para la noble causa, y que Esther Sagredo, la comisaria de la muestra, se ha encargado de que estén en las mejores condiciones y de organizarlas en la muestra. Ella es, precisamente, experta y gran coleccionista de muñecas.
Las que se pueden disfrutar en la sala de exposiciones del Teatro Principal son muñecas españolas de las décadas de los 60, 70 y 80, todas ellas con sus vestidos originales, y en los casos que no ha sido posible se ha sustituido por otra, industrial o artesanal de la época, e, incluso, accesorios. Esos años se corresponden con la época de oro de las empresas jugueteras españolas. Las muñecas se distribuyen en varias salas, por marcas, siguiendo un orden alfabético y, dentro de cada marca, también por orden cronológico.
Por su magnitud e importancia, las pertenecientes a la marca Famosa, con la Nancy como la más importante, se exponen en una sala aparte. Esas 300 muñecas pertenecen a unas 30 marcas españolas, la mayor parte de ellas radicadas en la comunidad valenciana, en el conocido como ‘Valle del Juguete’. Entre las marcas más conocidas, los asistentes podrán encontrarse con las muñecas Alba, BB, Berjusa, Congost, Durpe, Eda, Feber, Famosa, Florido, Jesmar, Nova Gama, Pérez Galsem, Toyse o Vicma.
Aunque el objetivo de la exposición es muy concreto por parte de la asociación, nadie que entre a ver esta colección puede sustraerse a sus años de niñez, ¡tantas han sido las generaciones que han jugado con esas muñecas!, muchas de ellas guardadas después como auténticos tesoros, que lo son, y como exponentes de la evolución de la sociedad española, de los gustos, costumbres, acontecimientos y modas de su tiempo, como bien recuerda Esther Sagredo, que explica que las muñecas también de alguna forma contribuyeron a despertar inquietudes en las niñas de entonces, con sus vestidos y, sobre todo, con los complementos que cada vez se iban añadiendo, haciendo que quisieran ser enfermeras o médicas, peluqueras, azafatas, modelos, deportistas, investigadoras o, incluso, madres.