Orlando dejó su Nicaragua natal hace cuatro años y desde que aterrizó en España siempre ha residido en ciudades, la última Bilbao. La noticia publicada en Diario de Burgos sobre la pareja de holandeses interesados en devolver a la vida a un pueblo deshabitado en la provincia de Burgos provocó que el joven se replanteara su futuro. Movió Roma con Santiago para localizar a Maaike Geurts y Tibor Strausz y tras unas cuantas llamadas consiguió personarse en Bárcena de Bureba.
Alquiló un coche y un compañero de Cruz Roja -por entonces era socio y voluntario- se encargó de conducir hasta la localidad en la que finalmente pasó varios días y participó en algunas tareas de voluntariado. La experiencia marcó un antes y un después en la vida de este nicaragüense de 27 años, que tras unos meses de reflexión se ha instalado indefinidamente en la vivienda de Carlos Calvo, hasta el momento el único vecino.
La popularidad de la aldea crece en el último año y recibe turistas a diario
Orlando cambia la vida en Bilbao por la de Bárcena de Bureba. - Foto: Alberto Rodrigo
Hoy cumple una semana como habitante en una aldea ahora semideshabitada que apenas mantiene las construcciones en pie, pero «que tiene futuro», declara, y a pesar de que el 99% de sus allegados consideran que está «loco», él se siente «muy satisfecho» de la decisión tomada. El silencio que envuelve a la pequeña población día tras día no interfiere en sus ganas por «levantarla» de la ruina y reconoce que todavía no ha tenido tiempo para aburrirse.
Madruga al igual que su nuevo compañero de piso, desayuna y afronta la jornada «tal y como viene». La recuperación del tejado o la instalación de las ventanas y puertas lleva un proceso; igualmente la construcción de las escaleras de piedra de acceso a la casa de tres plantas y la mejora del espacio exterior. Considera que la convivencia «es buena» y que la relación con los neerlandeses se «consolida» poco a poco. Así lo confirman también ellos, que se muestran encantados de que el proyecto «coja forma» gracias al «apoyo de gente joven».
Aposté por afincarme en esta localidad porque tiene futuro y ayudaré en la recuperación de casas»Orlando, nuevo vecino de Bárcena de Bureba
El frío «pasó a la historia», revela Carlos orgulloso de los logros alcanzados en los últimos tiempos. La chimenea alcanza las plantas superiores del inmueble y ya no duerme en la cocina. Orlando tampoco. Entre risas explica al inquilino que «prácticamente a diario» recibe a curiosos procedentes de diferentes lugares de España y del extranjero atraídos por la historia que rodea a Bárcena. «Carlos, hola, ¿cómo estás?, me dicen muchos de ellos. Conocen mi nombre e incluso me llaman al timbre para que les enseñe el pueblo. Alucino», declara en tono jocoso.
La plantación de mil árboles de paulownia se llevará a cabo «en breve», asegura, con idea de «vender la madera» a empresas de construcción y emplearla también en los tejados de las casas en ruina pendientes de restaurar porque la madera está considerada como un «buen aislante térmico y acústico», explica a este periódico el emprendedor, y su proceso de crecimiento está considero el «más rápido entre todas las especies vegetales». El nuevo vecino inesperado de Bárcena ayudará en «todo lo necesario», confirma, y plantea su futuro allí al considerar que «llegarán más familias y personas jubiladas» que buscan tranquilidad y un contacto directo con la naturaleza atraídas por el proyecto de repoblación.