El Burgos sigue inmerso en un proceso de transición. Tras la salida de Julián Calero la dirección deportiva quiso dar un golpe de timón y con la contratación de Jon Pérez Bolo apostó por otro tipo de fútbol, más alegre y con mayor presencia en campo rival. La idea era que en el equipo se mantuviera la esencia que había impregnado Calero en su estancia como técnico -seguían muchos jugadores- y que se sumaran esos conceptos ofensivos que quiere el nuevo técnico en todos sus equipos.
Por el momento está costando que esa mezcla cuaje. Efectivamente, este Burgos de Bolo es el más goleador de las tres últimas campañas -desde que el equipo milita en el fútbol profesional-, pero también es el que más goles encaja y el que más pierde. La escuadra blanquinegra por el momento no ha sabido esquivar la teoría de la manta -si te tapas el pecho se te quedan al aire los pies y viceversa- y no acaba de encontrar el equilibrio.
Jon Pérez Bolo sabe que tiene un largo camino por recorrer y que las piezas aún no han encajado del todo. Su equipo ha marcado 7 dianas en 6 encuentros, lo que es una buena cifra, pero ha encajado 8, lo que está por encima de lo esperado. Solo uno de esos tantos ha llegado en El Plantío, el resto a domicilio. A lo anterior hay que añadir que ha perdido la mitad de los partidos, todos fuera de casa. Las cifras demuestran que el problema está cuando juega como visitante.
La estadística esta temporada es muy diferente a la de la pasada. A estas alturas del curso Caro no había encajado ni un solo gol, por lo que el equipo no había perdido. Por contra, el Burgos solo había sido capaz de hacer 2 dianas. Los números de la anterior campaña no son los más lógicos, pero fueron los que permitieron a los blanquinegros codearse durante toda la primera vuelta con lo más granado de la categoría. Posteriormente, el rendimiento fue decayendo y en la segunda vuelta cambiaron drásticamente.
En el regreso del equipo a la Segunda División, en la temporada 21-22, después de seis jornadas la escuadra local había logrado cinco goles -aunque solo marcó en dos partidos y su casillero se quedó a cero en cuatro- y le habían marcado 4, la mitad que en esta campaña. Esos números también se fueron normalizando con el paso de las jornadas. En cuanto a las derrotas en estas seis primeras jornadas fueron dos, una como visitante y otra como local.
El entorno sabe lo que está ocurriendo y hasta el momento parece que lo entiende. La situación está bajo control y es que esos 7 puntos que tiene el equipo suponen un importante tranquilizante. Incluso el propio presidente, Rodrigo Santidrián, también se refiere a este cambio que está viviendo el conjunto burgalesista.
«Estamos viviendo una etapa que no habíamos vivido, un equipo distinto, una forma de jugar diferente y esperemos que esto dé resultado. La verdad es que no hemos tenido suerte en los primeros partidos, aunque no estamos tan mal. Vamos a tener más alegrías y nos va a gustar más el juego, pero está claro que también vamos a sufrir más», comentó el máximo mandatario.