El día no fue el deseado para las miles de personas que ayer estuvieron presentes en Atapuerca, bien fuera en calidad de voluntarios, de participantes o de acompañantes. La lluvia prácticamente no cesó en toda la mañana y el aire impidió a los corredores poder disfrutar de un Cross de Atapuerca que hacía muchos años que no se enmarcaba en unas condiciones tan duras.
La estampa más habitual fue la de paraguas doblados, o volando incluso. Los chubasqueros y las botas fueron los mejores acompañantes en un circuito que vio varios de sus tramos convertidos en un auténtico barrizal. Eso sí, a la conclusión de las carreras absolutas el tímido y fugaz acto de presencia del sol permitió que se dibujase una estampa otoñal preciosa con el arcoíris luciéndose mientras se celebraba la carrera popular, en la que participaron más de medio millar de personas.
Paralelamente, la mayoría de corredores absolutos se refugiaban en el Centro de Arqueología Experimental mientras compartían sensaciones. En un tono distendido, Dani Arce recibía tantos elogios como preguntas por su apuesta de liderar la carrera en la primera vuelta y Rubén Álvarez se interesaba por la posición de sus rivales nacionales de categoría sub-23 de cara al Europeo.
Por otro lado, se producían escenas que reflejan los valores del atletismo, como la de los tres primeros clasificados, Kiplimo, Kwemoi y Kwizera, compartiendo un refresco entre risas antes de subirse al podio o la de un pequeño aficionado recibiendo consejos para iniciarse en el atletismo de todo un atleta olímpico como Fernando Carro.