Nunca más el fútbol burgalés ha vuelto a vivir algo así. Esa temporada se dio la mezcla perfecta. Experiencia y juventud, calidad y carácter. La seriedad de Portela, Tamayo y Tocornal en el eje de la zaga combinaba a la perfección con el frío talento del yugoslavo Barbaric, la habilidad de su compatriota Juric y la garra de ‘Tronquito’ Magdaleno. En el banquillo, el peculiar José Antonio Naya manejaba los hilos de un Real Burgos que era pura dinamita y que acabó por explotar hasta lograr el ascenso a Primera División el 6 de mayo de 1990.

Aquel domingo, del que hoy se cumplen 30 años, el conjunto rojipardillo debía rascar al menos un empate  ante el Bilbao Athletic, segundo clasificado. El destino, caprichoso, eligió el escenario ideal: San Mamés. Alrededor de 5.000 burgaleses se desplazaron hasta una de las cunas del fútbol español con la esperanza de ver subir a su equipo. Mucha gente joven, padres con niños y herederos de aquel Burgos CF de Juanito que desapareció en la década de los 80. Había hambre de fútbol y estaban dispuestos a comerse al ‘león’. «Fue una pasada. San Mamés estaba casi lleno», recuerda Enrique ‘Tronquito’ Magdaleno, uno de los héroes de aquel ascenso.

El partido no comenzó bien para los visitantes. A los siete minutos de juego, Izurza adelantó al filial rojiblanco y puso a prueba la fe de los burgaleses hasta que Juric remató un centro de Txelis para colocar la igualada en la segunda mitad. Tocó sufrir de lo lindo para llevarse el punto (1-1) de ‘La Catedral’, pero el Real Burgos sacó el gen ganador y confirmó el ascenso a tres jornadas para el final de la liga. «Es el partido más importante que he jugado y el éxito más grande de mi vida deportiva», asegura con un marcado acento gallego José Manuel Portela, central de aquel equipo histórico.

(El amplio reportaje completo, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)