En días gélidos como los de enero, cuando en la calle rechinan los dientes y no se sienten los dedos de las manos -ni casi la mitad del cuerpo-, cargar con una mochila y lanzarse a caminar entre la niebla tiene su mérito. No son muchos los peregrinos que escogen recorrer el Camino de Santiago en meses tan fríos y solitarios y menos aún los que eligen para pernoctar en el albergue municipal, quizá menos confortable que un hotel. Los que no fallan y ganan por mayoría son los surcoreanos, a los que no les detiene que los días sean más cortos y las noches heladoras. En la jornada del lunes al martes una decena (de los 18 que durmieron) escogieron pernoctar en la Casa de los Cubos. No era un grupo ni una pandilla. Eran diez surcoreanos que coincidieron en el albergue. Y esa es la tónica. Aunque el volumen varíe. Porque ayer a las 8 de la tarde escogieron litera en el albergue de la calle Fernán González cuatro personas, y tres procedían de Corea del Sur.
Antes de la pandemia llegaron a ser los más asiduos del albergue municipal, pero los peregrinos procedentes del país asiático abandonaron el Camino de Santiago en 2020. Las restricciones y todo eso que ustedes saben les alejaron de la ruta y, como al resto de romeros, les ha costado volver a gritar lo de Ultreia!
Las cifras de pernoctaciones en la Casa de los Cubos llevan sufriendo un retroceso desde antes de la covid por la existencia de otros caminos y formas de alojarse, pero el regreso de los peregrinos de ojos rasgados mantiene en el edificio una afluencia constante. Y han permitido que el centro que gestiona la Asociación de Amigos del Camino de Santiago ofrezca unos datos similares a los de 2023. Porque los surcoreanos son mayoría en los meses más flojos, y especialmente de enero a mayo, aunque no dejan de venir -ni mucho menos- en temporada alta. Pero por ejemplo, en el primer mes de 2024 -con días, probablemente, como los de ahora- casi la mitad de los que pernoctaron en el albergue tenían esa nacionalidad.
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