Tirón de las becas Erasmus entre los alumnos y el profesorado

B.G.R. / Burgos
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La movilidad universitaria más conocida lleva a 272 estudiantes de la UBU a continuar su grado en países europeos el próximo curso. Cuarenta docentes participan en estancias en campus extranjeros

Imagen de la jornada de bienvenida a los alumnos Erasmus el año pasado en la Universidad de Burgos. - Foto: Valdivielso

Con 37 años de historia, el programa de becas Erasmus se ha convertido en un clásico entre los universitarios y despunta entre el profesorado al abrirse nuevas opciones de estancias para este colectivo. Una veintena de alumnos participó en la primera edición de esta movilidad estudiantil entre países de la Unión Europea convocada por la UBU en el curso 1995-1996, tras la creación de la institución académica durante la anualidad anterior. El próximo ejercicio lectivo, que en algunos destinos ya ha comenzado, lo harán 272, cifra que crece en los últimos tres años, pero sin llegar al récord marcado en el 2021-2021, cuando salieron 329.

Este techo se alcanzó tras el parón de solicitudes que provocó la pandemia y un aluvión de las mismas al normalizarse la situación por parte tanto de los estudiantes que no pudieron viajar por la crisis sanitaria como de los nuevos que se sumaron una vez superada. La vicerrectora de Internacionalización, Ileana María Greca Dufrac, valora de forma positiva el volumen de salidas para 2024-2025, teniendo en cuenta que representan un crecimiento respecto a los dos anteriores periodos académicos, el de 2023-2024, cuando se fueron 241 y el de 2022-2023, con 266.

Como viene siendo habitual, las preferencias se mantienen en cuanto a los destinos se refiere. Italia y Portugal encabezan las preferencias de los estudiantes de grado de la UBU y no, de forma exclusiva, por esa cercanía del idioma a la que siempre se ha hecho referencia. Dufrac apunta en este sentido a la cuestión económica. «Se trata de países en los que el coste de la vida suele ser inferior al de España. Esa es la razón fundamental, no la de la lengua», sostiene, al tiempo que apunta de forma directa a las asignaciones para completar estas becas que conceden las autonomías.

La ayuda económica que procede la Unión Europea, junto con la partida del Gobierno central, depende del nivel económico del país en el que se continúan los estudios, estableciéndose tres grupos que abarcan desde los 350 a los 200 euros mensuales, a lo que se suman los gastos del viaje. En el primero figuran los nórdicos y en el tercero Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Chequia, Macedonia del Norte, Rumanía, Serbia, Turquía. Tanto Italia como Portugal, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Francia y España se incluyen en el segundo (300 euros), según la cuantía recogida en la convocatoria del periodo lectivo 2023-2024.

«Existen grandes diferencias entre las Comunidades en cuanto a las aportaciones que realizan», expone la responsable académica, añadiendo en este sentido la variedad de criterios existentes. En el caso de Castilla y León, la Junta destina una cantidad fija a estas ayudas complementarias que se divide entre el número de solicitantes. El curso pasado se destinaron a este fin 1,1 millones de euros, de los que se beneficiaron 1.229 universitarios en la región (189 de la UBU) a razón de 109 euros al mes, según la información publicada en su día por la Consejería de Educación. 

Diferencias entre regiones. La vicerrectora asegura que las becas de otras autonomías se sitúan muy por encima, llegando incluso hasta los 600 euros mensuales, por lo que reclama más financiación y también un cambio en el criterio de reparto. «Las universidades estamos haciendo un esfuerzo muy importante en internacionalización y nuestros alumnos tienen que poder irse en mejores condiciones», reclama, a lo que añade un adelanto en la resolución de la convocatoria, ya que este año los beneficiarios de esas ayudas regionales han conocido su condición el pasado mes mayo, es decir, finalizadas las primeras estancias.

Por todo ello, destaca el impuso que la institución intenta dar a los programas cortos e intensivos de movilidad que contempla la UE debido a que «implican más posibilidades de participación para el alumnado», además de ofrecer un interesante contenido académico de carácter disciplinar. En este sentido, considera que se trata de una vía para que «todo el mundo pueda vivir esta experiencia, aunque solo sea durante una semana».

Satisfecha con la respuesta el estudiantado, Greca se muestra sorprendida con el interés que está despertando la movilidad Erasmus entre el profesorado y demás de trabajadores de la UBU. Cuarenta participaron en el pasado ejercicio académico en las distintas opciones formativas que ofrece el programa, con estancias medias de una semana que se suelen concentrar en el segundo cuatrimestre, frente a los frente a los 23 de hace 10 años y los 50 del curso pasado. «Nunca antes se habían ido tantos profesores», subraya, al tiempo que vaticina que esta cifra continuará creciendo debido a los nuevos intercambios que se abren camino.

La UBU mira al abanico de posibilidades que presenta la adhesión en 2022 a la Regional Network-European University (RUN-EU), una alianza de universidades europeas de Portugal, Irlanda, Austria, Finlandia, Holanda y Hungría, que se convertirá en un revulsivo en materia de internacionalización. Al respecto, Dufrac se detiene en que la red permitirá salvar problemas que existen hoy en día relacionados con la búsqueda de residencia de los alumnos erasmus en países como Italia o Bélgica y que, incluso, han provocado alguna que otra renuncia. «Es importante que consigamos juntos que se garantice ese alojamiento», concluye.