La incertidumbre se monta en Talgo

Ó.C. / Miranda
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El histórico fabricante de trenes vive un momento difícil, con dudas tras el veto del Gobierno a la OPA del grupo húngaro. En la fábrica de Rivabellosa la plantilla no oculta la preocupación

Kepa Alcaine, David Serrano, Eduardo Gómez y Guillermo Andreva cuentan en primera persona cómo afrontan la situación de incertidumbre que se vive en Talgo.

Talgo vive un momento convulso y seguramente atraviesa una de las mayores encrucijadas de toda su trayectoria. El histórico fabricante de trenes necesita ayuda para asumir toda la carga de trabajo que tiene y vio cómo la semana pasada, el Gobierno vetaba la OPA presentada por un grupo húngaro que se quería hacerse con la compañía. Entre los motivos, se entremezclaba la importancia de la empresa para el país con las conexiones rusas con el comprador. 

Ese debate en las altas esferas trata de digerirse en sus fábricas. El mayor centro de producción de Talgo está en Rivabellosa, en Álava. Sus instalaciones incluso pisan suelo mirandés en alguno de sus extremos, lo que da una muestra de la importancia para la economía local. En el comité de empresa, Eduardo Gómez del sindicato CSIF calcula que del total, unas 400 personas residen en Miranda y su entorno más próximos. El resto acuden de otros puntos, principalmente Vitoria, aunque independientemente del origen, los operarios capean el temporal, pero también conviven con los problemas que ya perciben en su línea de montaje.

«Al trabajador le da igual cómo se traduzca todo esto o quién nos compre», afirma Guillermo Andreva, compañero de sindicato de Gómez. En Comisiones Obreras, Kepa Alcaine y David Serrano también lamentan el bajón que perciben en la producción. «No damos abasto y tampoco tenemos dónde dejar lo que fabricamos», evidencia Alcaine, mientras que Serrano reconoce que «el parón que sufrimos hace que te hagas preguntas». 

Ese representa uno de los principales obstáculos que tienen que esquivar en su día a día. Ya no tiene espacio para almacenar los vagones, o los coches como ellos los llaman, porque no todas las secciones son capaces de avanzar al mismo ritmo, ya sea por falta de materiales o por las exigencias de los clientes, principalmente Alemania. Frente a todo esto, predicen que tendrán que reducir aún más el ritmo de los soldadores encargados de armar la estructura de los trenes. Como consecuencia, la dirección moverá a esos operarios a otras secciones y el cambio de piezas también tendrá consecuencias.

En un futuro, si todo eso va a peor, no oculta que «si la empresa ve que tiene que recolocar a mucha gente, pues ahí es donde tendremos el problema de la bolsa de horas o de un ERTE», reflexiona Andreva. Esa inquietud esta sobre la mesa, aunque todos entienden que antes de llegar a ese precipicio queda tiempo y margen de maniobra.

Aun así, todos entienden que la última decisión del Gobierno, y con la OPA ya retirada por los húngaros, este pasaje de la historia no puede ser un punto y final, porque aún deben encontrarse un socio.

Kepa ocupa un puesto en el comité por Comisiones Obreras y es uno de los operarios en Haro (La Rioja).Kepa Alcaine | Sección de montaje en banco. Suma 18 años en la empresa

"La situación va a seguir igual y lo peor es que no sabemos a qué atenernos"

Kepa Alcaine entró hace 18 años a trabajar a Talgo, pero no es de los trabajadores que está en una empresa con la mente puesta en la jubilación. Asume que si se dan las condiciones se puede cambiar de destino, pero reconoce que algunos compañeros tienen esa visión. "Hay mucha gente que sí que tiene la mentalidad de estar mucho tiempo y retirarse aquí, pero es que no sabemos lo que va a pasar", afirma en general, aunque en estos momentos la frase encaja como anillo al dedo. En el futuro ve más dudas que certezas y lamenta que "toda esta incertidumbre no beneficia ni a la empresa ni al trabajador".

Lo dice después de que se vetara el intento de compra de los húngaros. "Me quedo más tranquilo si la empresa se queda en manos españolas", aunque admite que tal y como está la compañía, la situación no puede quedarse así. Se necesita ayuda, porque el nivel de inversión que hace falta debe llegar de fuera. En la dirección les han prometido que llegará dinero a corto plazo, "pero no alcanzará para todo lo que se necesita". Con todo eso, lamenta que en el taller crecen las dudas y se genera un ambiente que no aporta. "Hace unos meses salió el rumor de que nos iban a hacer un ERTE", confiesa como miembro del comité, donde trata de "apaciguar todo eso". Ahora, afirma que "la situación va a seguir igual y lo peor es que no sabemos a qué atenernos".

Eduardo es uno de los aproximadamente 400 mirandeses que trabaja en Talgo.Eduardo Gómez | Sección de acabados. Vecino de miranda y acumula 25 años en la compañía

"Tanto que se dice que la empresa es estratégica, ¡pues que se demuestre!"

Eduardo Gómez se incorporó a Talgo hace 25 años. "Cuando entré, éramos cien o doscientas personas y ahora somos más de 700", recalca, al tiempo que menciona que "nosotros hemos visto jubilarse a los primeros que empezaron a trabajar aquí en los 60". Seguramente por esa trayectoria, habla con cariño de la compañía, con sentimiento de pertenencia, y asume que "nos hemos quedado pequeños para el volumen de pedidos que tenemos". Por eso, espera que movimientos, decisiones que asienten el futuro de una firma histórica y critica que "tanto que se dice que la empresa es estratégica, ¡pues que se demuestre!".

Gómez lamenta que el Gobierno haya vetado la OPA sin alternativas. Al menos sobre las posibles soluciones no se ha dicho nada, pero él lanza un mensaje. "El Estado tiene en su mano la solución. Una empresa mixta, que ya hemos trabajado así, porque ellos tienen talleres impresionantes y personal, por lo que empezaríamos a trabajar mañana", explica Eduardo, quien entiende que de esa manera Talgo lograría el socio capitalista e industrial que necesita. Mientras tanto, ve con preocupación lo que sucede dentro del taller, con problemas en la producción y mano de obra cualificada que se marca, "principalmente a Adif", revela, en medio de una situación que define como "triste, sobre todo porque lo que nos pasa en estos momentos es que tenemos un problema de exceso de trabajo cuando antes era de falta".

David dejó su Palencia natal para trabajar en Talgo y decidió vivir en Miranda.David Serrano | Mecánico de acoples. Diez años repartidos dos etapas distintas

"Buscamos garantías y saber si vamos a seguir aquí como hasta ahora"

La necesidad de personal hace que Talgo atraiga población a Miranda. David Serrano es palentino y duda sobre si lleva diez años o ya ha superado la decena dentro de la factoría. Su trayectoria la corta en dos partes y la última la comenzó en 2018 "y entre medias salimos cien personas", recuerda. Por eso, reconoce que ya ha vivido un momento delicado, pero no esconde que en estos momentos las preguntas sin respuesta se acumulan, porque la situación no resulta tan sencilla de explicar como un cambio en la producción. En cualquier caso, destaca que "buscamos garantías y saber si vamos a estar aquí como hasta ahora o incluso mejor", aunque casi se conforma con quedarse como antes de que arrancara esta situación, "porque como dicen en mi pueblo nadie da duros a cuatro pesetas", reflexiona.

David confiesa sensaciones "contradictorias", porque hay trabajo, pero en el día a día nota que algo falla, en medio de un proceso que "nos dijeron que iba a ser largo, pero no esperábamos que fuera a ser tanto", reconoce. Con la OPA frenada, afirma que "no sé si es para bien o para mal", pero lo que sí que tiene claro es que "lo que espero es que todo esto se acabe cuanto antes, se pueda fijar un rumbo y empecemos a trabajar con la vida normal y asentada". Como esperaba cuando entró en "una empresa como Talgo", recuerda.

Guillermo reconoce la gravedad de la situación, aunque sostiene que "aún no estamos en un punto crítico".

Guillermo Andreva | Pertenece a la sección de control de calidad. 17 años en la factoría

"Si no viene algo ahora, los trabajadores vamos a empezar a protestar"

Una de las señas de identidad de Talgo es su calidad. En ese departamento trabaja Guillermo Andreva, quien ve de cerca las exigencias que marca el nuevo cliente alemán, lo que reconoce que ralentiza la actividad. Eso genera problemas y evidencia que necesitan más, que con lo que tienen no llega. "La situación no es de miedo pero sí que hay incertidumbre", afirma, sin esconder la preocupación que siente por lo que ocurra a largo plazo, "en siete años o menos, dependiendo de lo difícil que lo tengamos para producir", pronostica. Por todo eso, considera que "necesitamos una solución", y deben encontrarla lejos del grupo húngaro, que recuerda que fue el único que mostró interés por la compañía. Además, puntualiza que el actual titular del 40% de las acciones es un fondo de inversión, que por ley debe salir del accionariado, lo que complica que los actuales gestores se embarquen en inversiones y sin ese dinero, resultará difícil hacer frente a todos los pedidos.

Con todo esto, explica que "este es el problema más preocupante que hemos vivido" y "si no viene algo ahora, los trabajadores vamos a empezar a protestar, incluso movilizarnos". Mientras tanto, muestra preocupación porque la presión de producir tumbe a compañeros, ya que lamenta que "este ritmo tan fuerte provoca estrés y eso significa que hay gente que hace un sobreesfuerzo y no es bueno, porque nos puede provocar que una persona se marche y bajas".