«La música transforma, sana, discurre hacia nuestro interior»

R. Pérez Barredo / Burgos
-

Conversaciones sobre música con... Pilar Gil | Violinista, compositora e integrante del grupo 'Magenta'

Burgos y la música grabada en los genes. Eso es lo que comparten los protagonistas de esta serie de encuentros
Pilar es una balada de Loreena McKennitt, un solo de guitarra de Neil Young y una sonata de Vivaldi. Acaricia su violín con la mirada y en el brillo de sus ojos hay agradecimiento. La música es su vida desde que oyera a su madre cantar a todas horas, llenando de luz las mañanas de su infancia. «Cantaba de maravilla. Recuerdo toda mi niñez rodeada de música. La radio siempre estaba puesta». Ahora muestra unos vinilos que ha tenido que rebuscar con paciencia. Para ella pertenecen a un pasado remoto. La portada de uno de ellos muestra a tres jóvenes muchachas de aspecto gótico y cultivada elegancia. Es La Reina del Salón, primer y último disco de Magenta, trío femenino compuesto por Pilar Gil, Marta Barriuso y Rosario Mazuela que irrumpió en el floreciente panorama musical español de los prodigiosos años 80 para convertirse, pese a su efímera existencia, en una de las mejores bandas de pop de la época, así reconocida por la crítica de entonces y también por los más nostálgicos de hoy. 
«Fue una experiencia bonita pero también de mucha lucha», recuerda Pilar, única integrante de la banda que vive en Burgos. «Éramos apasionadas de la música. Y muy inquietas. Nos gustaba estar al día de todo». Crearon un grupo llamado Modesty Blaze, con el que ganaron el primer concurso de pop-rock organizado por el Ayuntamiento de Burgos y que fue restransmitido en directo a través de Radio 3. Nadie esperaba que esas tres chicas que hacían una música ecléctica y glamurosa, neorromántica y underground, se llevaran el primer premio, imponiéndose al grupo favorito, Incidentes Genuinos. No debió gustar al pueblo aquella decisión, porque Pilar recuerda que tuvieron que esperar a que la gente se fuera para poder salir. «Nos habían abucheado muchísimo y el ambiente estaba muy caliente». Pero ese trío tenía algo especial.
Tanto, que un cazatalentos de la CBS quiso ficharlas de inmediato. «Pero nosotras entendíamos la música de una manera intuitiva, poética, vanguardista, de élite en el sentido de autoexigencia. No pensábamos en el público, y menos en las masas. Entonces sólo queríamos hacer la música que a nosotras nos gustaba». Y el cazatalentos se fue por donde vino. Sin embargo, la compañía volvió a la carga tiempo después. «Y decidimos probar, aunque no nos gustó que nos cambiaran el nombre». En esa decisión influyó mucho uno de los más avezados músicos y productores de la época, que se había se enamorado del estilazo de estas burgalesas. Así fue como Nacho Cano (Mecano) se convirtió en el productor del primer LP de la banda en adelante conocida como Magenta.
«Fueron sesiones interminables de grabación. Y peleamos mucho con Nacho. A brazo partido.Era muy talentoso, pero ya estaba endiosado. Él quería meter mucho arreglos en las canciones y nosotras desnudarlas. Creo que lo abigarró demasiado, pero hizo un torrente. Nosotras sabíamos que habíamos hecho un gran disco, pero también que no respondía a lo que nosotras queríamos hacer». Era el año 1985. La compañía apostó fuerte por el disco. Y Magenta giró por toda España y tuvo protagonismo en los programas musicales de televisión. La crítica especializada celebró la aparición de La Reina del Salón como una de las mejores noticias del pop español. «Pero los directos eran complicados, porque necesitábamos un equipazo, varios músicos, bases grabadas...»
Pilar Gil reconoce que cualquier formación hubiese considerado un regalo que una discográfica comoCBS apostara de esa manera como sucedió con ellas. Pero Magenta no cuajó porque Pilar, Marta y Rosario no quisieron que cuajara; no quisieron aceptar los corsés que les imponían; no quisieron pasar por el aro; no quisieron que nadie les cortara las alas y con ello la libertad creadora. La honestidad se impuso a cualquier ambición. Eran talentosas y tenían una enorme personalidad.De haber seguido, su éxito se hubiese prolongado en el tiempo y quién sabe qué cotas hubieran podido alcanzar. Con toda seguridad altas. Muy altas. Hay quienes hoy aseguran que, de haber continuado, podrían haberse convertido en algo parecido a lo que fue Mecano.Casi nada. «Cada uno tiene su personalidad, su concepto ético del arte. Creo que fuimos muy honestas para con lo que nosotras sentíamos. Apostamos por la verdad, por la pureza». ¿Y si...? Nunca les atormentó ese ¿y si...? Jamás. «Éramos valientes, audaces. Y ya está. Fue un capítulo más de los muchos que tiene la vida. Como no llegamos a la música ni por el dinero ni por la fama, aquella primera experiencia nos cansó. Fue muy intensa y nos agotó». 
Pero estuvieron allí, en el epicentro de La Movida, siendo protagonistas de aquella corriente de renovación y vanguardia, de aire fresco que recorrió como un escalofrío a la sociedad. Rock-Ola, la Sala Sol... Estuvieron en todos los templos de La Movida y vivieron codo con codo con todos los grupos de entonces. «Fue un tiempo de esplendor y de revolución musical donde se abrieron paso infinitas formas de crear música», subraya. Pero no hay nostalgia en sus palabras. Magenta se disolvió y cada una se fue por su lado: Marta se dedicó a la radio y al doblaje; Rosario y Pilar siguieron vinculadas a la música. Tenían inoculado ese maravilloso veneno. En su caso, Pilar se dedica a la enseñanza. «Descubrí mi vocación, que ahora es verdadera devoción. Cuando una profesión la vives mucho al final se convierte en algo exclusivo». La violinista de Magenta enseña hoy en la Escuela Municipal de Música Antonio de Cabezón, «que es un proyecto hermoso, con unos profesionales excelentes y una ilusión enorme». Pilar Gil también compone. Su vida gira en torno a la música. Respira música.Sueña música. 
Y no ha dejado de aprender. Aunque sigue amando a los grupos que adoraba en su juventud y que le descubría su hermano (Lou Reed, Elvis Costello, Kim Krimson, Pink Floyd, Cream, Hendrix, The Cure, Psicodelic Flux,Depeche Mode, Ella Fitzgerald, J.J. Cale,Miles Davis,Arvo Pärk y un largo etcétera), la música clásica ha colonizado su alma, convirtiéndose en su banda sonora espiritual, el vasto y mágico territorio por el que ella se despliega con libertad y dicha.En los primeros puestos de la lista están Purcell, Pergolessi, Monteverdi, Haendel, Bach, Gluck,Carissimi, Chopin, Manuel de Falla...
«Musicalmente hablando desperté en la música moderna para enseguida ampliar mi espectro con la clásica, que fue una gran revelación para mí.Después conocí otras, todas las músicas del mundo: antiguas, vanguardistas, primitivas, sintetizadas... Todas me intersan.Para mí la música es una forma de ser, de enlazarme en el mundo, de buscar la belleza, el sentido de lo trascendente.De experimentar la vida y a uno mismo en su verdadera esencia.La música transforma, sana, discurre hacia nuestro interior. En mi caso, es mi lenguaje, mi manera de comunicarme.Es mi identidad. Pero es que la música ha servido al ser humano por su poder de cohesión en la identidad de los pueblos, por su capacidad para engendrar una identidad propia»
Para Pilar Gil no hay expresión más poderosa que la música. «Tiene el poder de relajar, evocar, enardecer, hechizar, fascinar, embriagar, de alegrarnos, de evadirnos, de hacernos llorar o reír, saltar o bailar, de transportarnos. En una palabra, de emocionar». Esta violinista burgalesa está ahora subyugada por la música de la segunda mitad del siglo XV, la que se hacía en Castilla en tiempos de los Reyes Católicos. También por la música sefardí. Y por Juan de la Encina, Francisco de la Torre, Diego Ortiz, Scarlatti. 
Es Pilar Gil un apasionado torrente de palabras que salen de su boca como mariposas de luz. Puro entusiasmo. Transmite verdadero amor por la música. Pero por la música de verdad: aquella que conmueve y deja un poso en el espíritu. «Estamos inundados de músicas que no elegimos y que nos abordan por todas partes.Existe una inmensa producción de música de consumo rápido y masivo, vacía en su mayor parte de calidad y contenido, que ocupa los oídos y el tiempo en las ondas, en la red, por todas partes. Y creo que poluciona el medio sonoro de nuestro entorno». 
Todo ello, considera, condiciona la calidad musical «y el criterio del oyente, que se muestra abrumado.Sin embargo, hay músicas que han permanecido a través del tiempo revalorizándose, que son reconocidas y redescubiertas en cada generación tanto clásica como popular, porque tiene una aportación y un contenido que las convierte en atemporales por su enorme calidad».