Los usuarios de la piscina cubierta de Aranda llevan soportando humedades y deficiencias desde que se reabrieran las instalaciones hace cuatro meses, después de una rehabilitación integral de las instalaciones. Con el uso tanto de la zona de baño como de los vestuarios y duchas, fueron apareciendo estos problemas que han obligado a cerrar la piscina una jornada completa. «La constructora reparó la semana pasada las deficiencias que había, por eso se cerró el viernes, pero quedan pendientes algunas cosillas que, como hay que hacer el cierre de agosto, lo van a aprovechar hacer ahí lo que falta», explica Diego Quiza, el responsable de las instalaciones.
Los problemas vienen «de la construcción anterior», de la que se han aprovechado algunos elementos estructurales, y se concretan en fugas de agua en el vaso de la piscina y en los desagües de las duchas. «Estamos sellando muchas juntas que no estaban bien selladas, pero hay todavía mucha humedad en el hormigón, que es lo que está goteando, y hasta que no se quite toda esa humedad no podemos descartar otras posibilidad o problemas que pueda haber», apunta Quiza, que reconoce que los usuarios les han hecho llegar sus quejas pero que «hasta que no tienes la instalación funcionando al completo no te das cuenta de lo que va fallando».
«En agosto habrá que cambiar los vuelos y los desagües, ahora se ha hecho un arreglo para que vaya tirando, y funciona bien, pero la avería es más grave de lo que se pensaba», lamenta el coordinador de las piscinas cubiertas. De forma paralela, la empresa Sima Deporte y Ocio, que gestiona este centro deportivo municipal, ha realizado algunos cambios de menor envergadura para responder a las necesidades de los usuarios, que ya superan los 1.830 carnés en los cuatro meses que lleva abierta la piscina. «Hemos puesto dos cambiadores para bebés, que era una de las sugerencias de parte de la gente, y en el vestuario de mujeres hemos colocado las taquillas en forma de biombo para ganar en privacidad», puntualiza Quiza.