La Transición contada a nuestros padres. Nocturno de la democracia española es el libro que esta tarde presenta en Burgos Juan Carlos Monedero, profesor de la Universidad Complutense y director del Departamento de Gobierno, Políticas Públicas y Ciudadanía Global del Instituto Complutense de Estudios Internacionales. La cita, organizada por Izquierda Unida, es esta tarde a las 19 horas en el edificio de Sindicatos (San Pablo, 7). Monedero será presentado por el concejal de IU Raúl Salinero.
¿La Transición fue como nos la contaron?
El relato que se ha hecho de ella es autocomplaciente, idílico y épico y pretende bondades que no fueron tales. Cuando se mira la democracia española desde fuera -que fue mi caso cuando surge este libro- se nota que no está a la altura de las democracias de su entorno. Intento ver dónde están los orígenes de esta democracia de baja intensidad y no encuentro dónde mirar porque no se habla del franquismo ni de la República sino que es un relato autorreferencial. Y cuando me doy cuenta de que la música que la acompaña es un nocturno tristísimo necesito rastrear dónde fue hurtado el relato.
¿Cuáles son las pretendidas bondades de aquel periodo que no fueron tales?
Las virtudes republicanas clásicas de respeto a lo público, a la palabra dada, de hacer que un programa electoral tenga la fuerza de un contrato con la ciudadanía, de la intolerancia frente a la corrupción...
En aquella época se hablaba mucho de reconciliación. ¿Se quedó alguien fuera?
Es que la reconciliación es un fraude. Los que interrumpieron la normalidad democrática con el golpe de Estado de 1936; los ganadores, que ayudaron y fueron ayudados por Hitler, celebraron desde el primer año ‘la victoria’ sobre la ‘antiEspaña’, los rojos, los marxistas y los ateos. Pero siendo Fraga ministro dieron un giro, celebraron los 25 años de paz y comenzaron a construir una idea que era funcional para el nuevo sistema: cambiar el relato de lo que ocurrió diciendo, no que se machacó a los rojos, sino que aquello fue fruto de un tiempo oscuro donde todos éramos responsables y que gracias al Caudillo se superó. Este relato mentiroso se reforzó cuando en la Transición en vez de hablar de franquistas y antifranquistas se hablaba del ‘búnker’ y los reformistas...
¿Por qué ocurrió eso?
Porque si se hubiera hablado de los franquistas, en ese grupo hubieran estado Suárez, Martín Villa, Fraga o el propio Rey, mientras que en el de los antifranquistas estarían los que lucharon por acabar con la dictadura. En cambio, al hablar de inmovilistas y reformistas, a todos estos les pusieron como reformistas junto con las personas que estuvieron en la cárcel o exiliadas. Esa trampa permitió lo que considero que es uno de los principales problemas de nuestro país y es que España durante muchos años fue el único país de Europa donde se podía ser demócrata sin ser antifascista.
¿Quién tuvo que hacer más concesiones o renunciar a más cosas, la derecha o la izquierda?
Obviamente, la izquierda. La Ley de Amnistía dejó libres a presos que querían defender la democracia pero, al mismo tiempo, sirvió de ley de punto final para quienes sometieron a este país a una dictadura militar durante 40 años. Otra de las grandes mentiras de la Transición es el supuesto harakiri que se hicieron las Cortes franquistas porque a todos se les colocó. El propio Suárez, cuando justifica la existencia del Senado, dice que ‘a ver. si no, dónde coloco a tantos como tengo que colocar’.
¿De aquí puede venir el hecho de que ahora se cuestione la existencia de esta institución?
No solo de ahí pero ésa es una de las razones también.
Cuando en estos últimos días de tropezones reales alguien ha querido defender la figura de Juan Carlos I lo ha hecho aludiendo a aquellos años y a su papel como defensor de la democracia...
El relato sobre el Rey es otro gran fraude de nuestra democracia. Esa persona que se presenta como defensor de los valores de la familia cristiana es un tipo que vive en concubinato; se presenta como un afable personaje y tiene como deporte asesinar a animales; es un lobbysta bien conocido por hacer de intermediario -y cobrar por ello- en negocios de diferente tipo, sobre todo en los países árabes; es un personaje siniestro que organizó el golpe del 23-F...
¿De verdad?
Pero no lo digo yo. Lo han dicho ya prácticamente todos los libros y los análisis con motivo del aniversario. Han dejado claro que estaba detrás de lo que fue la articulación del 23-F, que se tuerce cuando el Gobierno de concentración nacional dirigido por Armada no es aceptado por un personaje secundario como es Tejero y otro menos secundario, que es Millans del Boch.
¿Y cómo se construye la imagen que ha llegado a la mayoría de la ciudadanía que hasta hace poco lo tenía en una buenísima consideración?
Hay un capítulo entero en el libro dedicado al ‘23-F, el golpe que triunfó’ porque todos los objetivos que buscaba se consiguieron: que entrara España en la OTAN, dedicar partidas a la modernización del Ejército, obligar a un pacto entre los sindicatos y la patronal, frenar el desarrollo autonómico, frenar la exhumación de fosas de los asesinados por el franquismo y, sobre todo, conceder al Rey un papel que no había tenido hasta entonces; él había estado probando diferentes medidas para garantizar su permanencia como Rey, primero con Arias Navarro y no le funcionó; luego con Suárez y tampoco le funcionó y por eso colabora a su hundimiento... Es el personaje que sostiene los falsos consensos de la Transición.
En su charla hablará de también del 15-M. ¿Qué cree que puede hacer este movimiento por la situación en la que actualmente vive este país?
El 15-M es la expresión del fin de los falsos consensos de la Transición que hacen que nuestra democracia no pueda ponerse de pie. Esos consensos han sido dinamitados por el 15-M, que es un estado de ánimo y una bocanada de aire fresco que ha roto con la parálisis de nuestra democracia. Ha sido una pregunta sobre las insuficiencias de la democracia y de la economía, de los políticos y los banqueros y empresarios que las gestionan. Su siguiente paso es convertirse poco a poco en respuesta. Otro de sus aciertos esenciales es que, a diferencia de lo que fue la Transición, un relato de héroes, el 15-M es un relato de pueblos.