La falta de lluvias abundantes a lo largo de los últimos meses se empieza a dejar notar en los embalses que abastecen a la capital burgalesa. El conjunto formado por las presas de Úzquiza y Arlanzón tiene menos agua que el año anterior a estas alturas, pero sobre todo presenta un volumen de agua embalsada inferior a la media de los últimos 10 años, un indicador que la Confederación Hidrográfica del Duero señala constantemente como referencia para evaluar sus pantanos.
El de Arlanzón, mucho más pequeño y situado en la cabecera del río, presenta una mejor situación mientras que el de Úzquiza, más grande, es el que peor se encuentra. El último parte de la CHD sitúa su almacenamiento en 39 hectómetros cúbicos frente a los 43,7 que tenía en las mismas fechas de 2020 y a la media de 40,5 del último decenio.
Afrontan así el peor inicio del otoño desde el año 2017, cuando solo tenía unos preocupantes 25 hectómetros. Ha habido años unos cuantos años peores, como en 2012 cuando presentaba 27, pero los niveles no dejan de descender como resultado de la ausencia de precipitaciones.
Siempre según los datos de la Confederación, el llamado «sistema Arlanza» que agrupa varias estaciones de medición en el entorno de los pantanos, de la sierra de la Demanda y de los alrededores de la capital ha entrado oficialmente en situación de sequía prolongada desde el pasado mes de agosto.
Desde el invierno no llueve con generosidad. A lo largo de la primavera, la estación que la Agencia Estatal de Meteorología tiene en el aeropuerto de Burgos registró 110 litros por metro cuadrado en lugar de los casi 150 que habrían sido normales, en verano cayeron 60 litros frente a los 90 esperables y desde septiembre llevamos menos de 50 cuando la estadística debería estar por encima de los 75.
El resultado es que la curva del «índice de escasez», otro de los conceptos que establece la CHD para la vigilancia de la sequía, desciende peligrosamente desde la normalidad alcanzada en enero (cuando este índice era de 0,9) hasta el nivel de prealerta establecido en el 0,5, porque actualmente el sistema Arlanza se encuentra en el 0,6, y bajando.
El crítico 2018. Por encima de los niveles de prealerta están los de alerta y el de emergencia, una situación en la que los pantanos burgaleses no se encuentran desde enero de 2018, cuando la llegada de notables lluvias y nieves aliviaron una situación que se había convertido en preocupante.
Ahora lo peor son los registros de las semanas recientes. En todo el mes de octubre solo ha llovido dos días (el 3, cuando cayeron 12 litros, y el 17 cuando se registró menos de 1). No se batirá ni mucho menos un récord negativo, porque en octubre de 1983 solo cayeron 1,7 litros, pero no se llegará ni de lejos a las precipitaciones normales que según la Aemet deberían estar alrededor de los 60.